Un cronista de El Fisgón viajó a Neuquén en medio de la protesta docente que convulsionó al país. La Maldita Policía de Jorge Sobisch asesinó a Carlos Fuentealba. En vivo y en directo: testimonios desgarradores, historias de lucha, anécdotas, solidaridades, indiferencias e interrogantes.
ASESINATO
En la ruta, luchando por mejores condiciones laborales, Carlos Fuentealba fue asesinado por la Policía. A quemarropa, el 4 de abril pasado, el agente Darío Poblete empuñó el arma que apagó su vida. A pocos kilómetros, desde su sillón de gobierno, Jorge Sobisch le dio la orden. No se podía permitir que los docentes le arruinaran el fin de semana santo en el sur a los turistas beneficiados por el mismo sistema que mandó a matar a tantos luchadores sociales con el fin de imponer sus políticas de exclusión y entrega del patrimonio nacional.
TAXI
El vehículo se detiene. Dos pibas menores de 20 abren sus puertas. Se van. Cruzan la Terminal en dirección a la ruta. -¿Dónde es la parada para ir a Neuquén?-¡Subite! -manda el mismo hombre que no aceptó a las chicas-. Esas se creen que nos pueden cagar -agrega-; esta es la parada para los que vienen de viaje, los que salen de joda tienen que esperar allá -y señala la ruta.Frente a ella se adivina la entrada de un boliche."Estos pendejos se hacen los vivos. Como no consiguen coches, vienen a la Terminal a quitarles el lugar a las personas que vienen cansadas de tanto viaje, como vos", se engrana el tachero."Nunca los llevo, yo trabajo para los viajantes", reafirma por las dudas.Ningún comentario sobre el asesinato y la protesta gremial. Tan sólo un "del otro lado hay taxis que te llevan hasta donde vos quieras".
LLEGADA
Un coche de alquiler desde la Terminal de Cipoletti hasta el mismo corte. $ 3,50 y la caminata por el puente nuevo. Autos por doquier, particulares y de alquiler, a la espera de un pasajero de la otra provincia. Ese río y la construcción humana que lo sobrevuela permiten palpar un límite de provincias. De un lado el puesto caminero de Río Negro; del otro, el de Neuquén; en el medio, el corte, el puente. Las primeras gomas se adivinan desde la provincia vecina. Las llamas de los tachos con gasoil marcan el camino de la lucha. Son las 4 de la mañana, algunos duermen, otros hablan. No faltan los que se tiran en el césped con una frazada que sirve de colchón y abrigo. También se los adivina parados al lado de un fogón. Varias guitarras mudas. Una parlanchina, con poco eco. Por lo menos dos centenares de personas aguantan desde el jueves en el puente carretero que une las dos provincias. Todo conduce a las 10 de la mañana del lunes 9 de abril, día de movilización nacional por el asesinato de un profesor oriundo de un lugar lejano.Más de 200 metros a pie para encontrarse otra vez con las gomas humeantes, pero del lado de Neuquén. El colectivo paró en Cipoletti. No habrá Bariloche ni Villa La Angostura por varios días. Por una vez un muerto pesa más que un fin de semana turístico. Aunque para hacerlo valer haya que recurrir a una medida de fuerza que despabile a los tipos y tipas acostumbradas a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa sin mayor contacto con la realidad que los titulares de TN y Crónica TV.Ni una palabra. Están ahí, pero de madrugada no reparten nada. Todos los viajantes pasan con sus bártulos a cuestas sin mayor necesidad de relacionarse con la protesta. Un adherente de Juan Carlos Blumberg puede haber pasado el puente de la misma forma que un militante de izquierda dormido sin ganas de hablar con los demás. Nadie se acerca. De madrugada se pasa el tiempo a la espera de la luz del día para la tarea de concientización.
NEUQUÉN A LA VISTA
Desolada aparece la multitrocha. Una autopista imposible de cruzar a pie la mayor parte del año. Una maraña amarilla de taxis a la caza de clientes aguarda en el medio de la calle, ahora convertida en estacionamiento. Este chofer tampoco menciona una palabra sobre la huelga docente. Cumple su trabajo en silencio. Al final del viaje unos mates reparadores, la charla del dueño de casa, una siesta de madrugada, todo para esperar la luz del día, momento del contacto con los trabajadores y trabajadoras de la educación que se negaron a iniciar las clases por falta de respuesta a sus reclamos. Ya no sólo se quedan en el puente para lograr un aumento de salarios -que promedia los 1.200 pesos mensuales en una región en la que el costo de vida supera al de la media nacional-, permanecen porque mataron a un compañero, lo asesinaron por enseñarles a los chicos cómo se debe hacer para impedir el pisoteo de los derechos esenciales. Fuentealba daba matemáticas, pero también les daba el ejemplo a los pibes y pibas marginales de lo que se debe hacer cuando una de las provincias más ricas del país se permite el lujo de ostentar cantidades similares de miseria e hidrocarburos.
IDIOSINCRACIA
-¿Tenés credencial?-No. Nunca fue necesario.-Acá sí.Increíble, una sociedad acostumbrada a medidas de fuerza más duras que las conocidas en La Pampa, se hace burocrática a la hora de hablar con el periodismo. Dicen que el Movimiento Popular Neuquino (MPN) se ha infiltrado en las protestas sociales bajo el paraguas de la prensa. Por suerte, una delegada de ATEN hace las veces de credencial y nos presenta a los dirigentes y referentes de la protesta. Después de la primera nota, se impone la aceptación generalizada. Hablan poco, miden sus palabras, están enojados y tristes pero no se desbocan en un momento en el que tendrían todo, o casi todo, permitido. Saben que la marcha del lunes 9 será multitudinaria y tendrá eco en todo el país. Los docentes no quieren saber nada con la CTERA ni con su secretario general Hugo Yasky. Le reprochan no haber acompañado la medida de fuerza. Una asamblea realizada en el puente aprobó una tacha: "que no vengan la CTERA ni la CTA Nacional". El docente también conduce la central. Hacen la aclaración porque la CTA NQN tiene gran aceptación y sus referentes caminan por los barrios más pobres y las luchas más duras. Ellos también fueron reprimidos a balazos y detenidos por la Policía provincial a la par de los trabajadores y trabajadoras. En un paso más allá de la lucha gremial, conformaron un partido político que participará de las elecciones generales con una fórmula encabezada por un estatal, el ex secretario general Julio Fuentes.Igualmente abundan las banderas de las organizaciones de izquierda tradicional. No consiguen un gran caudal electoral pero gozan del reconocimiento por su constante lucha contra el capitalismo, al que denuncian por el hambre, la desocupación y marginación impuestas con represión.
MARCELA - LOS HECHOS
"¡Fuiste vos!, ¡fuiste vos!", gritaba Marcela mientras corría al policía por la ruta 22 hasta que un cordón de las fuerzas de seguridad lo escondió."Iba sentada a 'upa' de una compañera en un Fiat 147, con la puerta abierta, al grito de '¡acá hay lugar!'. En ese momento otras personas dan cuenta de la presencia de una ambulancia. Abrimos el paso, pero no eran ambulancias, sino dos camionetas que trasladaban a miembros de la Policía de Neuquén. Aparecieron de golpe y se bajaron como 20. El auto que venia atrás nuestro -donde se trasladaba Fuentealba- alcanzó a esquivarlos y en ningún momento los rozó o los chocó. Nos pasó y quedó justo al lado nuestro. El último policía que se había bajado, paró, miró el auto, fue directo hacia el vehículo, apuntó y tiro a la luneta".-¿A que distancia?-Así, a esta -dice Marcela mientras con sus brazos hace el gesto de un arma de fuego que se dispara a poco más de un metro y medio de distancia del lugar del impacto. "Había 3 personas en el auto. Después del bombazo, 2 de ellas bajaron como ebrias y se cayeron. Había mucho humo en el interior del auto. Empezamos a gritar '¡ambulancia!, ¡ambulancia!'. Un compañero tiró agua, y ahí se vio que había una persona más. Otro rompió el vidrio y lo sacó a Carlos, que quedó tendido en el piso. Vomitaba sangre, convulsionaba, quedó como sedado. Al verlo empecé a correr al policía que le disparó y le decía '¡fuiste vos!, ¡fuiste vos!'. Los otros policías me hicieron un cordón y lo escondieron", relata la docente."Cuando lo sacaron pensé que era otro porque tenía la campera violeta. Era un violeta de sangre pero justo había un compañero con la campera de ese color. Más tarde supe que era Carlos Fuentealba. No se lo reconocía".Indignada por el encubrimiento, Marcela reaccionó dándole un puntapié en la entrepierna al jefe del operativo policial, que vestía con una camisa blanca. Ese agente, más tarde, según la docente, le puso una pistola en la cabeza y le dijo: "mamita, andá a tu casa..."
LA VIDA EN EL PUENTE
Por la curiosidad de saber cómo resolvían las cuestiones domésticas mientras vivían en el puente a la espera de la movilización, apareció Marcela. La suerte y la ayuda del responsable de prensa de ATEN Capital puso frente al grabador a la testigo clave del asesinato. Pero nadie dijo que ella era quien era. -¿Por qué estas acá?-Porque después de lo que pasó en Arroyito convenimos estar acá y no te querés ir. Con la indignación que tenemos, si estás en tu casa te la pasás pensando en los compañeros que están en el corte.-¿Cómo es una noche en el puente?-Anteanoche éramos grupos distintos, se formaron tipo fogones y había mucho silencio. Hablábamos mucho de arroyito, necesitábamos largar lo que habíamos visto. Anoche, en cambio, fue distinto, cantamos, había unos 15 fogones con 3 guitarreros cada uno.-¿La bronca fue pasando y queda esperar?-No, creo que la bronca sigue, la indignación sigue. Tengo impotencia, bronca, indignación, es una mezcla de sentimientos y de sensaciones que no se pueden definir con unas palabras. Hoy recién me sentí deprimida y angustiada. La primera reacción tras la muerte de Carlos, fue tratar de hacer algo...-¿No hay tiempo para pensar?-No, se fue transformando en hacer para no pensar, porque cuando parás te bajoneás, te duele el estómago, mucha angustia, duele el pecho. Jamás en mi vida vi una cosa así, ni siquiera en películas de ciencia ficción.-¿Cómo organizan las comidas?-Hay un grupo de cocineros oficiales, se ayuda un poco, pero ellos cocinan, nos formamos, tomamos un plato y cada uno lo lava al terminar.
MARCELA - LA CACERÍA
"Tuvimos una discusión con los policías porque se nos reían. El jefe me dijo 'mamita, ¿por qué no te vas a tu casa?'. Y se reía. Yo estaba en un ataque de histeria pero uno de mis compañeros me agarró y me subió a un auto. Nos siguieron, tiraron gases, nos pasaron por las banquinas y persiguieron hasta El Carancho, donde se apostaron otra vez. Se reían, se mataban de risa. Teníamos las ventanillas levantadas. Nos hacían señas mientras nos retirábamos y se morían de risa".-¿Qué pasó luego de salir del corte de Arroyito?-Llegamos a El Carancho, y nos refugiamos en una estación de servicio, donde la Policía nos rodeó y empezó a tirar gases otra vez. Los empleados gritaban desesperados que no tiren, porque íbamos a volar. Cuando estábamos ahí vimos que la Policía se apostaba como lo hacen los cazadores y tiraban contra los compañeros que corrían. Se apostaban a dispararles, fue impresionante, nunca pensé que algo así podía pasar.-¿Hubo heridos?-Yo tengo heridas de balas de goma en las piernas, igual que muchos compañeros. Esa herida del policía en la frente es una pavada, es un raspón, nosotros tenemos un muerto y heridos de verdad, tanto física como sicológicamente. De qué manera se puede negociar con un gobernador que asume la responsabilidad de haber dado la orden de reprimir, con un jefe de policía que se ríe y te dice "¡mamita, anda a tu casa!". Mientras Carlos Fuentealba estaba tendido en el piso, el camión hidrante le tiró agua. Se reían mientras Carlos estaba tirado como muerto, porque para mí ya estaba muerto.
CANTOS"¡Escuchen Todos!, en el gobierno hay una banda de delincuentes, se roban todo, no dan aumento y mandan a reprimir el pueblo", animaban desde el viejo Mercedes 350 dos docentes de ATEN.Un helicóptero del canal de televisión de General Roca confirmaría las estimaciones de los gremios organizadores: "más de 30 mil manifestantes a lo largo de 25 cuadras, exigieron justicia por la muerte del docente Carlos Fuentealba"."Ole, ole, ole, ola, a los asesinos, ¡la cárcel ya! Con todo el pueblo a parar la impunidad. Ole, ole, ole, ola, como a los nazis ¡les va pasar! adonde vayan los iremos a buscar".La multitud respondía en todo momento a las arengas amplificadas por un potente equipo de sonido, pero que igual no se oía más allá de la mitad de la manifestación. A la impotencia por la represión se le sumó el reclamo constante para que el gobernador neuquino renuncie por ser el máximo responsable de la muerte del maestro. Una maraña de seres humanos colmó la plaza lindante con la casa de gobierno, donde aún permanecen. Ya no alcanzan las ofertas de mejoras salariales, el gobierno no puede entender que el proceso se le escapó de las manos a todos y no se sabe cómo termina."Qué vergüenza, qué vergüenza, que vergüenza nacional, nos mataste a un compañero, ¡Sobisch sos un criminal!", repitieron igual que loros como si fuera la primera vez que esto ocurre en NQN. Pero algo pasó entre el 12 de abril de 1997, cuando mataron a Teresa Rodríguez, y el 9 de abril de 2007. No faltan los que lo vinculan con el afán hegemónico K, capaz de aprovechar cualquier cosa para dejar en el camino a los posibles contrincantes. Jorge Sobisch se quedó solo porque le salió mal. La derecha argentina siempre vio con buenos ojos la idea de autoridad para impedir la manifestación de los pobres, pero no pudo soportar un asesinato descarado justo cuando el santoral marca la semana santa. Hasta ese día a ninguno de ellos se le ocurrió pensar en Maximiliano Kosteki, Darío Santillán, Víctor Choque, los muertos del 20 y 21 de diciembre de 2001, los reprimidos en Tartagal o General Mosconi, y ni qué hablar de la violencia estatal ejercida en la localidad de Las Heras, provincia de Santa Cruz, la del presidente. El reclamo nacional se desinfló inmediatamente después de las marchas del 9 de abril. Para tranquilidad del gobierno nacional, y del pampeano también, nunca las numerosas expresiones de indignación y repudio se extendieron más allá de Sobisch, hasta ayer un referente del centro derecha, hoy endemoniado, un político al que nadie se le quiere acercar.
CANTOS"¡Escuchen Todos!, en el gobierno hay una banda de delincuentes, se roban todo, no dan aumento y mandan a reprimir el pueblo", animaban desde el viejo Mercedes 350 dos docentes de ATEN.Un helicóptero del canal de televisión de General Roca confirmaría las estimaciones de los gremios organizadores: "más de 30 mil manifestantes a lo largo de 25 cuadras, exigieron justicia por la muerte del docente Carlos Fuentealba"."Ole, ole, ole, ola, a los asesinos, ¡la cárcel ya! Con todo el pueblo a parar la impunidad. Ole, ole, ole, ola, como a los nazis ¡les va pasar! adonde vayan los iremos a buscar".La multitud respondía en todo momento a las arengas amplificadas por un potente equipo de sonido, pero que igual no se oía más allá de la mitad de la manifestación. A la impotencia por la represión se le sumó el reclamo constante para que el gobernador neuquino renuncie por ser el máximo responsable de la muerte del maestro. Una maraña de seres humanos colmó la plaza lindante con la casa de gobierno, donde aún permanecen. Ya no alcanzan las ofertas de mejoras salariales, el gobierno no puede entender que el proceso se le escapó de las manos a todos y no se sabe cómo termina."Qué vergüenza, qué vergüenza, que vergüenza nacional, nos mataste a un compañero, ¡Sobisch sos un criminal!", repitieron igual que loros como si fuera la primera vez que esto ocurre en NQN. Pero algo pasó entre el 12 de abril de 1997, cuando mataron a Teresa Rodríguez, y el 9 de abril de 2007. No faltan los que lo vinculan con el afán hegemónico K, capaz de aprovechar cualquier cosa para dejar en el camino a los posibles contrincantes. Jorge Sobisch se quedó solo porque le salió mal. La derecha argentina siempre vio con buenos ojos la idea de autoridad para impedir la manifestación de los pobres, pero no pudo soportar un asesinato descarado justo cuando el santoral marca la semana santa. Hasta ese día a ninguno de ellos se le ocurrió pensar en Maximiliano Kosteki, Darío Santillán, Víctor Choque, los muertos del 20 y 21 de diciembre de 2001, los reprimidos en Tartagal o General Mosconi, y ni qué hablar de la violencia estatal ejercida en la localidad de Las Heras, provincia de Santa Cruz, la del presidente. El reclamo nacional se desinfló inmediatamente después de las marchas del 9 de abril. Para tranquilidad del gobierno nacional, y del pampeano también, nunca las numerosas expresiones de indignación y repudio se extendieron más allá de Sobisch, hasta ayer un referente del centro derecha, hoy endemoniado, un político al que nadie se le quiere acercar.
Juan José Beascochea
Fotos: AnRED
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