10/14/2006

HISTORIAS Y LEYENDAS DE "LOS VECO" Y SU BARRIO

Manejan una porción de la ciudad como si fueran los dueños. Son los caciques barriales. El jefe del clan es amo y señor. Gozan de los favores oficiales. El poder político los trata con respeto y con temor. Se mueven con la prepotencia que otorga la impunidad. Rodeados de un folclore especial y de una leyenda que se volvió mito, “Los Veco” Rodríguez son un emblema de lo que ha germinado a partir de una política que hace base en el asistencialismo, la prebenda, el cruce de favores y la complicidad.

EL GUARDAESPALDAS. El viernes 7 de noviembre, cuando la Policía asesinó a Eduardo Esteban Con y la guerra era un hecho, “Pepe” Rodríguez hizo las veces de guardaespaldas del jefe de la Unidad Regional I, Juan Carlos Gorris. Lo apañó y le garantizó protección, como quien se sabe el dueño de la zona. Paró la bronca. En Zona Norte, o mejor dicho en Zona Oeste Quintas (ese es el nombre formal del barrio), manda él.
Gorris sabe con qué bueyes ara: aceptó el cobijo y el amparo del capo de la región y dio por teléfono la orden de que no fueran más patrulleros al lugar.
Pepe Rodríguez se paseaba con varios celulares a su alcance. Hablaba por uno y por otro. Sólo él sabe con quién, pero tampoco es muy difícil adivinar. En un momento hasta se subió a un patrullero: el signo final de que él era, él es, la autoridad.
Pepe se llama, en realidad, Ramón Inocencio Rodríguez. Y es el líder del clan desde que el viejo Veco (el original, que también se llamaba Inocencio) perdió la vida. El Veco era uno de los principales referentes de lo que fue uno de los barrios más pobres de la historia de la ciudad: “El Salitral”, que estaba en la zona de la laguna Don Tomás. Cuando se erradicó, el gobierno le construyó (a principios de la década del ’70) un grupo de casitas para que vivieran él y sus hijos.
Esas viviendas, cada vez más extendidas, cada vez más pobladas, fueron el corazón de la Zona Oeste Quintas, que pasó a llamarse también “el barrio de Los Veco”.

EL CLAN Y EL TERRITORIO. Hoy, Pepe es el mayor de los 7 hijos de don Inocencio y Paula Méndez. Puntero político para lo que guste mandar, es el jefe de la Unidad Básica de Zona Norte que tiene sede en la calle Salta. Su hermano, Arturo Rodríguez (para todos “El Ruso”) preside la comisión vecinal.
Pepe se conduce a bordo de un portentoso vehículo, que hace contraste con la pobreza de la zona en la que reside. Ese contraste caracteriza a Zona Norte: en medio de una pobreza extrema, hay casas –dice un vecino del barrio– que tienen “más electrodomésticos que Lucaioli”. Hay pintadas características en todos los paredones, que reivindican a los pibes chorros y al faso, y que arremeten contra la Policía y el juez puto.
En ese lugar de la ciudad (donde viven centenares de desocupados, donde el hacinamiento y la promiscuidad son moneda corriente) el Estado mete la cola para asegurarse el manejo proselitista: allí se bajan pensiones, planes transitorios de empleo, subsidios. Hay chicos “en riesgo” bajo la tutela del Estado en programas para “sacarlos de la calle” y otras cosas bonitas. Los votos peronistas se cuentan de a montones. La droga , las armas y el delito son cosa de todos los días. Los vecinos que se sienten víctimas no se animan a hablar: temen que les quemen la casa, o el cochecito.
Pepe tiene llegada a todo el funcionariaje pero es con “la Elsa” con quien mejor se maneja. “La Elsa” es, claro, la subsecretaria de Promoción y Asistencia a la Comunidad, Elsa Labegorra (ahora electa diputada), que manipula la caja asistencialista del gobierno provincial.
Elsa reparte comida, subsidios, beneficios, dinero en efectivo, privilegios, favores, silencio, datos, o lo que haga falta. Ella es presidenta del Consejo Local de Unidades Básicas y a partir de ese cargo partidario –neurálgico– y del manejo de una generosa chequera, ha creado una red de punteros barriales que le responden fielmente. Desde ya, Pepe no es el único. Es, apenas, uno de los eslabones visibles de la cadena.

UNA HISTORIA QUE LOS PINTA. “Los Veco” saben que tienen poder. Conocen el valor de su silencio, entienden de mecanismos extorsivos. Así lo dejaron demostrado cuando, en un abierto desafío a sus jefes políticos, entraron en la historia como los primeros en hacer un corte de ruta en La Pampa, el 22 de octubre del ‘98.
Ese día llenaron de caucho la 35, prendieron fuego algunas cubiertas, cruzaron vehículos por la carretera. Había sucedido lo que no podía suceder: un juez acababa de procesar a un grupo de muchachos del clan, acusándolos de la violación de una mujer que se paseaba sonámbula por las calles del barrio, en horas de la madrugada.
Ese hecho es paradigmático por la gravedad institucional que lo rodeó y por la resolución final del caso judicial.

VIOLACIÓN Y DESPUÉS. El juez de primera instancia Carlos Flores intervino ante una violación que se produjo el 4 de octubre de ese año. Fueron detenidas 4 personas. La víctima había recibido heridas importantes, amén de un shock nervioso que obligó a su internación. Cuando iba caminando por la calle Jujuy, la subieron por la fuerza a una Renault Fuego de color verde y la violaron en la zona de las piletas de Obras Sanitarias.
Disconformes con el fallo, “Los Veco” se aparecieron en la vivienda del entonces ministro de Gobierno y Justicia, Heriberto Mediza. A su modo, claro. Pidieron una “audiencia” que no les fue concedida y entonces marcharon raudamente a hacer sentir rigurosamente su descontento.
Eran poco menos de las 6 de la tarde cuando cortaron la ruta. Luis Lucero, jefe de la Unidad Regional I, recuerda que eran unas 30 personas. Hay policías que les temen, otros que pactan con ellos, otros que los enfrentan y por eso mismo salen perdiendo. Los Veco están protegidos por expertos, por nombres pesados que terminan cediendo a sus presiones.

PUERTAS ABIERTAS. Ese día no fue la excepción. Con el argumento de que los acusados por la violación "son inocentes, muchachos de familia", Pepe Rodríguez y los suyos insistieron en el reclamo. Se fueron de la ruta recién a las 8 y media de la noche, bajo la promesa de que serían recibidos por Mediza, que efectivamente les abrió las puertas de su despacho.
Pepe Rodríguez fue el vocero, aquella vez: "Tenemos la plena confianza de que nuestros familiares van a recuperar la libertad porque son inocentes y nos duele cortar la ruta porque esto no se lo podemos hacer a nuestro gobierno ni a nadie".
La Justicia Federal actuó por la violación del artículo 194 del Código Penal, que prevé para estos casos prisión de 3 meses a 2 años. La fiscal federal Marta Fernández de Odasso, en la elevación a juicio, identificó a varios componentes de la familia.
Mediza, en tanto, dijo aquella vez que a algunos de los manifestantes los conocía personalmente, y que varios eran afiliados al PJ. Su casa y la del juez Flores tuvieron que ser custodiadas. Y se preocupó por el “mal momento que pasó mi familia, los chicos y algunos amiguitos que se encontraban en la casa. Puedo comprender el nerviosismo de ese grupo, pero no justifico que se cause un problema frente a una vivienda particular”.
Con el correr del tiempo, la historia cobró el curso que Los Veco se proponían: los acusados fueron declarados inocentes (al menos de la violación) luego de la misteriosa desaparición de una pericia. Otra vez estuvieron de fiesta.
Y el 13 de diciembre de ese año, en la sede del PJ, el gobernador Rubén Marín festejó los votos necesarios para su re-reelección abrazándose a otro capo: Pepe Rodríguez.

Aquí están, estos son

* Ramón Inocencio Rodríguez, alias Pepe, domiciliado en la calle Misiones 836, de estado civil divorciado, de ocupación "jornalero", hijo de Inocencio y de Paula Méndez.
* Arturo Rodríguez, alias El Ruso, domiciliado en Yapeyú y Pasaje Yatasto, de estado civil divorciado, de ocupación "jornalero", hijo de inocencio y de Paula Méndez.
* Herminio Delfo Rodríguez, alias Pirucho, domiciliado en calle Yapeyú 1.759, de estado civil casado, de ocupación empleado, hijo de Inocencio y de Paula Méndez.
* Susana Rodríguez, de estado civil divorciada, de ocupación empleada, domiciliada en calle 2 de Abril 3.000, hija de Inocencio y de Paula Méndez.
* María Cristina Rodríguez, domiciliada en Suipacha 995, "Barrio Municipal", de estado civil casada, de ocupación empleada, hija de Inocencio y de Paula Méndez.
* Gabriela Soledad Rodríguez, domiciliada en Suipacha 975, Barrio Municipal, de estado civil casada, de ocupación empleada.
* Juan Carlos Torres, domiciliado en calle Suipacha casa número 8 del Barrio Municipal, de estado civil casado, de ocupación peón de albañil.
* Carlos Alberto Torres, alias "Castro", domiciliado en calle Suipacha casa número 8, de estado civil soltero, sin ocupación, hijo de Juan Carlos y de María Marcelina Godoy.
* María Laura Torres, domiciliada en calle 2 de Abril 3.000, de estado civil soltera, de ocupación portera, hija de Juan Carlos y de María Marcelina Godoy.
* Edelmecio Héctor Funes, domiciliado en calle 2 de Abril 3.000, de estado civil divorciado, de ocupación licitador de la provincia, hijo de Serapia Funes.
* Aníbal Javier Figueroa, de estado civil soltero, de ocupación jornalero, domiciliado en Yapeyú y Suipacha, hijo de Ezequiel y de Olga Ofelia Pasaron.
* Mariángeles Fiorucci, domiciliada en Misiones 837, de estado civil casada, de ocupación empleada.
* Carina Alejandra Alberca, domiciliada en calle Carlitos Chaplín y Juan de Dios filiberto 2.855, de estado civil soltera, de ocupación ama de casa.
* Arnaldo Ernesto Almeyda, domiciliado en Yapeyú y Suipacha en el Barrio Municipal, de estado civil divorciado, de ocupación jornalero.

Los mencionados fueron imputados por la Fiscalía Federal, el 28 de marzo de 2001, de ser autores responsables del delito de entorpecimiento de las vías de comunicación, previsto en el artículo 194 del Código Penal.
En esa misma causa, la fiscal dejó en claro que fue "Pepe" Rodríguez "quien consiguió la audiencia con el entonces Ministro Mediza". También se afirmó que, curiosamente, "todos (los manifestantes) se esforzaron por esconder la presencia" de Pepe (el jefe del clan) en el acto de protesta. "A pesar del esfuerzo de los manifestantes, tal circunstancia quedó totalmente desvirtuada, por el contrario quedó totalmente demostrado que Inocencio estuvo presente desde los primeros momentos del corte y mucho más aún fue la voz cantante del mismo".
La causa judicial revela que tras la reunión con Mediza, Pepe Rodríguez llamó desde el teléfono del subsecretario de Justicia y Protección a la Comunidad, Carlos Sánchez, al jefe de la Unidad Regional I, Luis Lucero, que estaba en el lugar del corte de ruta. Le dijo que "la entrevista había terminado", que iban a levantar el corte de ruta y que el propio policía se lo comunicara a los Rodríguez. Como los manifestantes no hacían caso, Lucero le pasó el teléfono a "El Ruso" y después a un par de mujeres de la familia.

10/13/2006

Buenos muchachos



Las caripelas de los referentes electos en las unidades básicas del justicialismo representan la “renovación” de la política vernácula: el sospechado Ramón “Pepe” Rodríguez, el sobalomos Julio “Maravilla” Aguerrido, el represor Eulises Guiñazú y el físico culturista Mario Canoba, hacen que hasta el concejal José Luis Sanders –delfín de la patrona Elsa Labegorra– luzca como un auténtico hombre nuevo, aunque más no sea por su cara de nene. La dama del grupo, Norma Vendramini, se quedó con las ganas.
Podían votar 15.762 compañeros. Pero esta vez la mayoría de los muchachos se quedaron en la casa: el comicio no atrajo demasiado a los afiliados y entonces los números de la elección fueron flacos (votó alrededor del 25% de los empadronados).
Una muestra de la apatía en la que los propios dirigentes sumieron a las unidades básicas, que según reza el mito era donde antes el peronismo se nutría de las ideas de sus militantes, técnicos y profesionales.
Lejos de esa leyenda, la realidad es que las unidades básicas que Elsa Lluch –presidenta del Consejo– viene manejando desde hace tiempo como su propio coto es un depósito de punteros desprendidos de idealismo, que persiguen el negocio de la política rentada. Como en todo, claro, hay excepciones.
Pero uno no descubre mucho de la mística de los '70, ni de las banderas que supo levantar la Juventud Peronista cuando se topa con los corpulentos y hoscos dirigentes que han copado las sucursales barriales del PJ. Para ello, respetando lo que ya es costumbre y folclore en el peronismo local, hubo repartija, recursos abundantes para torcer voluntades y rencillas internas que –más que peleas por convicciones– son demasiado parecidas a pujas por espacios de poder, tratando de tener acceso a una porción más grande de la torta.

LOS MUCHACHOS DEL CLÚ. El Club Barrio Fitte fue la sede elegida para el festejo. Felices, los oficialistas regaron su alegría con litros y litros de alcohol, estimulados por los mismos dirigentes que suelen tratarlos como clientes. Todo pese a que lo más importante que quedó de la elección es el hecho de que Convergencia, por primera vez en mucho tiempo, tendrá que compartir la conducción con otros sectores.
¿Por qué la fiesta fue en el Club Barrio Fitte? Porque es otra de las "entidades intermedias" que La Elsa ha tomado como territorio desde el cual mantener y acentuar su poder. El presidente de la institución no es otro que Rubén Valle. Rubén Daniel Valle, novio y valet de la diputada Labegorra, se ha vuelto un militante pejotista comprometido con la realidad de su pueblo. Tanto que ahora participa electoralmente. Gracias a la victoria en estos comicios, se convirtió en delegado de la Villa Santillán ante el Consejo Local de Unidades Básicas.
El vicepresidente del club Barrio Fitte, la misma sede donde en plena campaña Convergencia preparó el estofado de sus listas, es Daniel Morello, referente máximo de la fundación Hacer Pampeano, una de las que la ex subsecretaria de Promoción y Asistencia Social maneja como propia.
En la Villa Santillán, Sanders cosechó 437 votos, contra los 244 de María San Sebastián de Borzi (un desprendimiento de Convergencia) y los 93 de José De la Cruz Silva, quien eligió golpear con los tapones de punta en la última semana de los comicios, cuando se preguntó si hay que estar procesado para recibir el abrazo de Marín.

ENTRE CACIQUES. La decisión de Marín de jugar tan a fondo a favor de los buenos muchachos que llevó la Lista 2 como candidatos despertó algún encono entre los afiliados que residen en los barrios de la capital provincial.
El senador llegó a dar una suerte de aval a las amenazas públicas que formuló en su momento el jefe del clan "Los Veco", en Zona Norte. En un acto de cierre de campaña, en ese barrio, el "Pepe" Rodríguez llegó casi a las lágrimas cuando Marín se dirigió directamente a él y provocó el aplauso masivo y la ovación de todos.
Marín había "perdonado" sus amenazas al ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad Juan Carlos Tierno y al jefe de Toxicomanía Jorge Luis Correa con una frase: "a todos se nos sale la cadena". Rodríguez les había prometido al policía y al poliministro "ponerlos culo para arriba con un tiro en la cabeza".
Pepe –cuyos familiares han aparecido a lo largo de este año procesados por homicidio, lesiones, violentas peleas callejeras y tráfico de drogas– cosechó 532 votos contra los 339 de la lista de la Corriente Peronista Federal que postuló a Ramona Chaves.
El movimiento en la zona fue espectacular en comparación con el que se evidenció en el resto de los barrios. Hasta el director de Canal 3, Miguel Solé, llevó gente a votar manejando su camioneta personal. El Pepe en persona, con bolsa de consorcio en mano, habilitó a sus fiscales, haciendo ostentación de recursos. Ricardo Castro, otro muchacho peronista conocido porque preside la comisión vecinal de Villa Germinal, fue electo delegado al Consejo.
Además, en Zona Norte, Convergencia logró que –pese a una presentación interna y un recurso de amparo judicial– el comicio se realizara (con total normalidad, eso sí: pacíficamente) en la Escuela 92, un lugar donde Los Veco juegan de local. Esa es la escuela para la que Pepe ha gestionado subsidios y otros favores, según él mismo le contó a El Fisgón. Está a 100 metros de su casa. La oposición planteó que establecer ese escenario como lugar para la elección iba a ahuyentar a los votantes temerosos de tener que confrontar contra el clan.

LA UNIDAD MARAVILLA. Donde también se respiró cierta violencia previa fue en Villa Parque. "Maravilla" Aguerrido, el ganador, es famoso por muchas cosas. Entre ellas, por comentarle a un kiosquero que "a esos de Lumbre les vamos a sobar el lomo", refiriéndose a los periodistas, porque habían osado difundir el escandalete pampeano en Michelángelo, donde "Maravilla" y "Pepe" habían sido actores estelares.
El ex arquero, que supo coquetear con Verna durante numerosos momentos de su conveniente trayectoria política, juntó esta vez –junto al ex futbolista Ramón "Chueco" Ramírez, que le hizo de vice– 518 sufragios contra los 365 que recolectó el "Chuna" Jesús Fuente, que eligió como compañero nada menos que a Raúl Osvaldo Ponce. Ambos acusaron a Aguerrido, durante la campaña, de que tiene bienes que no se condicen con sus ingresos.

COSA DE MUJERES. La elección en Villa Alonso fue entre referentes de Convergencia. Pero la lista apadrinada por el oficialismo del Consejo Local de Unidades Básicas era la que postulaba a Norma Vendramini, del riñón de La Elsa.
La mujer, electa como juez de Paz suplente y recordada por su paso como integrante de la banda del Ministerio de Bienestar Social durante la anterior gestión, obtuvo 331 sufragios contra los 371 con que la superó Elba Carreira, más conocida como Perla.
En su lista también había algunos "conocidos", como María Ofelia Suárez y el juez de Paz (titular) Angel Ceferino Baraybar. Pero donde se jugó a fondo fue en el ambiente mediático: Perla contó con el padrinazgo de Oscar "El Ruso" Christensen (postulado como vocal), que desde su FM Vox hizo todo lo que estuvo a su alcance por instalar la candidatura. Del otro lado, José Jorge Nicoletti (candidato perdidoso como delegado al Consejo) le respondió con la misma moneda, incluso utilizando el canal del Estado para dejar sentado que Vendramini era la mejor de todas, desde la pantalla de su grotesco programa "Proyecto 3".
Si de mediáticos se trata, el musculoso Rubén Mario Canoba logró la victoria en Colonia Escalante con 341 votos contra los 229 de Cecilia Lucero. Canoba es uno de los que motorizó una encendida defensa pública del contador Rubén "Chicho" Naval cuando quedó detenido en el marco de la megacausa del IPAV. Vinculado a la gestión anterior de la Subsecretaría de Medios, hay vernistas que lo acusan de haber operado en contra de Juan Carlos Matilla.
En los últimos tiempos, Canoba llegó a anunciar en la pantalla del canal 3, antes de los comicios, que iba a empezar un programa de físico-culturismo. Pero el día de su debut brilló por su ausencia. Cuentan las malas lenguas que le mandó a decir al director que no había ido porque estaba "muy ocupado en la campaña". El programa fue levantado (al menos en ese momento, pero nunca se sabe...).

LA FRUTILLA DEL POSTRE. Finalmente, para completar el panorama de los ganadores encantadores, el triunfo de Eulises Guiñazú en la Villa del Busto llevó al poder de la unidad básica a un ex integrante del grupo de tareas que en épocas de la dictadura militar funcionó en la Subzona 14.
Guiñazú sumó 191 adhesiones contra 80 de Erica Soublé. El expediente judicial por la represión ilegal en nuestra provincia –como citó el diario La Arena– pone a Guiñazú en el mismo nivel de responsabilidad que los represores Athos Reta, Oscar Yorio y Néstor Cenizo, los tres procesados por delitos de lesa humanidad.
Está dicho: todos buenos muchachos.

Cola de paja


La diputada Elsa Labegorra, enterada de que dos periodistas habían tomado vista de su declaración jurada, pretendió que se aplicara censura previa: notificó a El Diario (publicación para la que trabajan los cronistas) que se "abstuviera" de hacer publicaciones que la pudieran afectar. ¿Qué tiene que ocultar?
La carta documento les contó al director periodístico de El Diario (Walter Goñi) y al propietario de El Diario SRL (Antonio Nemesio) que los periodistas Juan Pablo Gavazza y Gustavo Laurnagaray habían tomado vista de la declaración jurada de la ex subsecretaria de Promoción y Asistencia Social.
Acostumbrada al verticalismo del que es beneficiaria y sumisa, la diputada se refirió a los dos trabajadores de prensa como "dependientes de su empresa periodística", aunque tanto Laurnagaray como Gavazza habían hecho la petición por su cuenta.
Elsa Labegorra reclamó, enroscadamente, que El Diario "se abstenga de divulgar agravios articulados en especulaciones calificantes o falaces". Es decir que se puso a favor de la aplicación de la censura previa, pese a que ésta está prohibida no sólo por la Constitución Nacional sino también por todos los tratados internacionales en defensa de los Derechos Humanos.
Los funcionarios y personajes públicos, y los ciudadanos comunes también, tienen el derecho de accionar contra cualquier publicación si es que creen que se los agravió, se los ofendió o se mintió acerca de sus procederes. Pero bajo ningún punto de vista se puede exigir que algo se deje de publicar ante la supuesta posibilidad de que se los llegue a afectar.
Además, Labegorra indica en la carta documento que ella "aceptó" que se tomara vista de las declaraciones juradas, cuando en realidad ese es un derecho que, por ley, asiste a los ciudadanos, y no una dádiva de los funcionarios de turno.
También se hizo la pitonisa, porque dedujo, del sólo hecho de que se tomara vista de su declaración, que existía una "manifiesta intención de dañar". Después enumeró una serie de fechas en las que –dijo– El Diario había hecho publicaciones "injuriantes". Y se quejó, veleidosa, porque no se le daba importancia como noticia a los proyectos que presentaba como legisladora.
En parte, Elsa Lebgorra logró su cometido, porque luego de recibir la carta documento El Diario se tomó unos días para decidir si publicaba o no la información. Y luego de hacerlo archivó el tema, como si no hubiera sido de una gravedad suficiente como para mantenerlo en la agenda. La funcionaria debe haber pensado, con todo derecho, que causó el efecto deseado: miedo.
Sin embargo, en declaraciones al programa radial "La Mañana a Full", Goñi arremetió con enjundia contra la diputada, recordándole todo su prontuario. Aclaró reiteradamente que ni Laurnagaray ni Gavazza habían pedido las declaraciones juradas en nombre de El Diario, sino que lo habían hecho por su cuenta.
También se hizo una pregunta básica, que es la misma que se hace cualquiera: "¿a qué le tiene miedo, de qué se ataja?". Es el interrogante de fondo: ¿por qué Elsa Lluch tiene cola de paja? ¿Qué tiene que ocultar?
La diputada también tuvo espacio en ese programa radial. Y aunque no llegó a explicar del todo las causas de su reacción, por lo menos terminó confesando algunas de las cosas que le molestaban: las "caricaturas agraviantes". Completó: "se me ríen, me cansaron. Hace 20 años que estoy en política, no me gusta una cosa de estas, ¿pero viste cuando ya estás harta y cansada? Bueno... me cansaron. Yo no me enojo porque me pongan linda o fea, sino por lo que dicen abajo..."
Su interpretación de la supuesta campaña en su contra, además, fue la siguiente: "Les duele que siga siendo presidenta del Consejo de Unidades Básicas por lista única; me ponían antes que manejaba la chequera y por eso era la referente de Santa Rosa... Ahora no manejo la chequera (¿?) e igual lo soy. ¿Quién soy yo, si no, para que se la agarren conmigo?".

10/08/2006

Hogares, dulces hogares



Así la pasan los tipos que nos vienen gobernando. La casa de Rubén Hugo Marín es la mansión del cacique feudal de una pampa que se metió de lleno en la pobreza y la miseria, la desocupación, la injusticia y la impunidad. Sus vecinos ilustres son los mismos que le cuidan las espaldas: Manuel Justo Baladrón, su histórico vice y actual diputado nacional, y el Chery Martínez Aldmuévar, legislador y siempre dispuesto a negocios políticos.

Otros ranchitos del poder


















Las casitas de Néstor Bosio (ex presidente del Banco de La Pampa), Tuti Rodríguez (ex secretario de Obras Públicas), Jorge Matzkin (ex dputado nacional y ex ministro del Interior), Luis Galcerán (ex diputado subsidiador de su propia fundación), Hugo Monti (ex integrante de La Banda de Los Pampeanos) y Elsa Labegorra ex de Lluch (ex subsecretaria del área social).

10/07/2006

No se les escapa la liebre



El secretario privado y pareja de la diputada Elsa Labegorra aparece como propietario de un campo registrado para la temporada de caza 2005. Una propiedad rural en esa zona –el paraje El Tropezón– tiene un valor de alrededor de 300 dólares por hectárea. El campo tiene 1.563 hectáreas. La cuenta da 1.406.700 pesos. El coto de caza fue bautizado como "Rucalhué", el mismo nombre de un programa que manejaba La Elsa y que –en teoría– estaba destinado a que los pobres mejoraran sus condiciones de vida. Así se informó en la edición en papel de la revista El Fisgón, edición número 73, de mayo de 2005.

Son una pareja afortunada. No todos los afanadores como ellos tienen la suerte de encontrar un premio a tanto esfuerzo.
La diputada provincial Elsa Labegorra y su pareja, el "Negro" Rubén Daniel Valle, tienen motivos para ser felices. Valle, que además es secretario privado de la diputada, aparece en varios organismos oficiales como propietario de un costoso campo registrado para la temporada de caza 2005.
Labegorra también está involucrada en el manejo del coto, que tiene por objetivo capturar la atención de los visitantes extranjeros. Ellos traen preciados euros que permitirán, seguramente, cubrir la inversión que demanda semejante emprendimiento.

A LAS ESCONDIDAS. La propiedad donde funciona "tu lugar de cacería" (así se presenta en las promociones) está en la Sección VIII, fracción C, Lote 20. Es el departamento Loventué, en jurisdicción de la comisaría de Toay.
Sin embargo, el campo –a unos 80 kilómetros de la capital provincial– está tan bien escondido que ni una recorrida por la zona del paraje El Tropezón le permitió al equipo de El Fisgón identificarlo con claridad.
Valle aparece como "propietario" en la documentación oficial reinante en la Dirección de Fauna y en los organismos de la Policía provincial. La (des)información oficial es tanta que no sólo se vuelve poco confiable sino a veces contradictoria. En la Subsecretaría de Turismo a Valle lo llaman "administrador". Y en la Dirección de Catastro tampoco está registrado como propietario de un campo, pero en algunas operaciones esos detalles son lo de menos.

VIL METAL. ¿Cuánto vale un campo en la zona de El Tropezón? La consulta realizada por El Fisgón a numerosos conocedores del mercado de este tipo de propiedades permite arrojar un valor promedio: 300 dólares la hectárea.
El campo donde funciona el coto de caza tiene 1.563 hectáreas, según la documentación oficial. Es decir que su valor de mercado supera el millón de pesos.
¿Cómo se hace para tener semejante propiedad? Es una buena pregunta. La pregunta del millón.
Rubén Daniel Valle asentó, en la declaración jurada de ese año que el gobierno provincial hizo pública, un activo por 116.912,69 pesos y un pasivo de 0. Elsa Labegorra confesó un patrimonio de 142.510,17 pesos.
El valor del campo, así y todo, depende de algunas variables que en este caso no se tienen en cuenta: el tipo de terreno del que se trate, la calidad del agua, la infraestructura, las mejoras. Las inmobiliarias que respondieron a la consulta fisgoniana, no obstante, dejaron en claro en la actualidad los valores están muy elevados respecto de los precios que se pedían (y se pagaban) hace un año o un año y medio.

LOS ZORROS SABEN POR ZORROS. Elsa Lluch, como todavía la conocen todos, se separó de su ex marido Jorge Lluch hace años. Por eso en la campaña de 2003, cuando se postuló para diputada, perdió el apellido en los afiches de campaña y en las pintadas callejeras: era, simplemente, "Elsa".
Madrina del punteraje santarroseño, paradigma del marinmenemismo trepador, Elsa cumplió el sueño de ascenso social que tienen todos los "descamisados".
No sólo cambió de casa, de auto y de nivel de vida. También cambió de pareja. La separación fue casi un tema de Estado. En aquellos turbulentos días no sólo se hablaba de la salud de la Señora, sino de esa rencilla que mantenía conmovida a buena parte del poder político. Arreciaban las fantasías respecto de supuestos videos y artimañas.
Como sea, ya en esa campaña de 2003 "El Negro" Valle se había convertido en valet de La Elsa. Algunos protagonistas cuentan imperdibles anécdotas –ya convertidas en mito y leyenda– de las noches de campaña proselitista. Porque la victoria se veía venir. Y cada acto terminaba en una fiesta. Y en las buenas fiestas no falta nada de nada.
En esa época, probablemente, se solidificó la pareja, hasta convertirse en un noviazgo cama adentro. Un detalle nada menor cuando en el medio hay no sólo intereses sentimentales, sino también políticos y económicos.
Valle, que había obtenido uno de los antiguos retiros voluntarios del Banco de La Pampa, siempre encontró algún rebusque. Pero desde entonces fue "el novio de la Señora". Con todo lo que ello significa.

HAY QUE PEGARLE AL CHANCHO... La campaña de 2003 se coronó, como correspondía, con una victoria. Elsa fue elegida diputada. Valle se convirtió en su secretario privado. Poco importó que una pared en la ciudad –rápidamente blanqueada– saludara con ironía a la nueva legisladora: "ELSA FALOPERA".
Igual, el sabor fue agridulce: el ascenso del vernismo recortó el poder político (y económico) de la Señora y sus secuaces. Se quedó sin la administración de la suculenta caja social que durante años había manejado a su antojo.
Empezaron a conocerse públicamente ciertas irregularidades. El último escándalo fue la defensa de Pepe Rodríguez, cuando la ex diputada Rita Bustillo chicaneó a la Señora: "Hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño..."
Pero la "mala racha" frente a la opinión pública, no significa que su nivel de vida, y el de sus familiares y allegados, haya decrecido.

DOS PÁJAROS DE UN TIRO. Tal vez extrañando sus tiempos de subsecretaria de Promoción y Asistencia Social es que Elsa le sugirió a Valle el nombre que podía llevar el flamante coto de caza.
Se llama "Rucalhué". Es romántico. En idioma mapuche esa palabra significa "lugar destinado a construir una nueva casa".
Cuando Elsa era subsecretaria, el Plan Rucalhué era uno de los programas de presupuesto millonario que ella tenía entre manos.
En teoría, ese programa –que sigue vigente con la actual gestión– estaba destinado a atender a las familias pobres. Servía para mejorar sus condiciones de vida y, puntualmente, el estado de sus viviendas.
Elsa protagonizó mil y un actos para darle un toque de mística peronista a la repartija de esas dádivas oficialistas. En muchas de esas ceremonias estuvo el mismísimo ex gobernador Rubén Marín, que hizo descansar en La Elsa todo lo relacionado con la máquina recolectora de votos del peronismo santarroseño.
Esa construcción, que los propios afiliados al partido del gobierno terminaron bautizando "La Banda" empezó como una herramienta política que garantizara la hegemonía y terminó cosechando denuncias por el vínculo con el tráfico de drogas y la protección del delito.
Volviendo a Rucalhué, y tomando en cuenta el nombre del coto, es lógico que el teléfono de la propia diputada Labegorra figure como contacto para conseguir reservas. También es lógico que haya comentarios –creíbles y no tanto– respecto de que, en realidad, los reales interesados son sus hermanos y/o hijos.

"La señora le va a saber informar"

Lunes 2 de mayo. Mediodía. Disca El Fisgón. Suena el teléfono en la casa de la diputada Elsa Labegorra. Su número (459054) es el que figura en los organismos oficiales como el indicado para contactar a los responsables del coto de caza "Rucalhué".
En la guía, el número telefónico aparece a nombre de Mariana Lluch (hija de la diputada). Y el domicilio es el de la calle Poetas Puntanos, donde La Elsa levantó su hogar dulce hogar cuando abandonó su modesta residencia en el barrio Río Atuel.
Atiende la empleada doméstica.

-Hola.
-Hola.
-Sí.
-Sí, buen día... ¿ahí puedo hablar con el propietario del campo "Rucalhué"?
-Sí, pero tendría que llamar a eso de las dos y media más o menos. ¿Puede ser señor?
-Sí. ¿Vive ahí él?
-Sí.
-¿Es el dueño del campo?
-Sí.
-Bueno... ¿con quién hablo?
-Con la empleada. Usted llame a las dos y media que lo va a atender la señora.
-¿La señora quién es?
-Bueno... Elsa se llama.
-Gracias.
-Ella le va a saber informar.
-Bueno, le agradezco.
-Adiós señor.

Semanas antes, Elsa Labegorra había dejado en claro que no hablaba con la revista El Fisgón. Aparentemente disgustada con el tratamiento de informaciones relacionadas con el punteraje político, el vínculo con la droga y el delito, prefirió negarse a cualquier requisitoria de esta revista.
Los intentos por dar con Valle en su teléfono celular (15552352) encontraron siempre la misma respuesta:
-Usted se ha comunicado con la casilla de mensajes de: "Te comunicaste con Daniel". Después del tono deje su mensaje.

La prensa de plomo


La ignorancia sobre la realidad política por la que atravesaba el país durante la última dictadura militar ha sido la excusa preferida por las mayorías para alivianar sus culpas una vez que se conoció el plan sistemático de represión estatal con el fin de eliminar a todos aquellos que osaran soñar con un mundo distinto, sin pobres y con posibilidades de desarrollo para todos.
Con grandes reservas, se podría licenciar por su silencio cómplice a los argentinos que ni ayer ni hoy se interesaron por lo que le pasa a su país. E incluso hilando más fino, ese manto de caridad podría recaer en un mayor número de personas en sociedades pequeñas como la pampeana. Si bien a juicio del escriba nadie puede ignorar tanto por tanto tiempo, se podría permitir ciertas licencias para algunos. Licencias que se otorgan con el claro convencimiento de saber que pertenecemos a una sociedad afecta a las derechas, liderazgos mesiánicos y la mano dura.
Pero hay segmentos sociales determinados como las fuerzas de seguridad (FFAA y Policías), militantes políticos (partidarios, vecinales, diversas organizaciones sociales, estudiantiles, etc.) y la prensa, que no ignoraban lo que sucedía y son plenamente responsables de su forma de actuar. Los primeros dos por las obvias razones de su actividad, la represión feroz y asesina por un lado, la firme convicción de que se puede construir una sociedad justa e igualitaria, por el otro. Y la prensa por la elocuente característica de su actividad: ser el canal de información entre los protagonistas y generadores de la noticia y la sociedad.
Algunos medios de comunicación se han erigido en la voz y la palabra de la defensa de los derechos humanos y el rescate histórico de las víctimas de las torturas y desapariciones sin más pergaminos que los que ellos mismos se otorgaron. Bastó con difundir que alguno de los integrantes de la redacción sufrió alguna amenaza o pasó algún tiempo detenido para presentar su “intachabilidad”. En todo caso, esas personas que padecieron como tantos miles de argentinos la represión militar, son los portadores de esa legitimidad, siempre y cuando a la salida de su presidio hayan sido consecuentes con el modo de actuar que los llevó a ser detenidos.
Se podrá argumentar que el miedo fue suficiente freno para cambiar de parecer, o callar algunas cosas no “tan relevantes”, en una sociedad que avaló en forma mayoritaria el inicio de la dictadura militar y estaba más atenta a las mieles triunfadoras provenientes de la gesta deportiva de los atletas nacionales. Pero la aceptación de ese argumento sería suficiente justificativo para que hoy, cuando matan a palos a los pibes en las comisarías pampeanas, los pobres y desamparados siguen padeciendo su martirio diario producto de un sistema que tiene por objeto expulsar a las mayorías, callen lo que a su juicio y criterio periodístico, la sociedad no quiere saber, o no es merecedor de un espacio importante en sus medios de comunicación financiados en gran parte por el responsable de la situación actual.
Muchos de los periodistas radiales de entonces, siguen al aire hoy, y dos de los tres diarios que vivieron entre 1976 y 1983, siguen apareciendo cada día en la provincia. Salvo los primeros días del golpe, no hay noticias ciertas sobre intervenciones en las redacciones para impedir la publicación de lo que le molestaba al régimen. Hoy ocupan grandes espacios en sus páginas informaciones que merecen su difusión pero que tapan otras de mayor importancia. Así se verá a las autoridades sacándose la foto que tanto les gusta cuando entregan algo a los necesitados, por cuenta y orden de ellos mismos, los expulsados del sistema.
Además, algunos le añadieron a sus impresiones, la voz de la radio en las que repiten las mismas informaciones. Para los desmemoriados y los menores de 30 años, el diario La Arena y La Reforma convivieron con la dictadura militar en los peores años, mientras que el diario La Capital no circula desde hace tiempo. De ninguna manera quiere decir que los que trabajaron en esos tiempos compartían las políticas represivas de los golpistas, pero por lo menos, la sociedad se merece un sinceramiento sobre estos temas. Si publicaron la información sobre desaparición de personas en lugar de hechos policiales en los que siempre caían los delincuentes, o dieron a conocer las voces de los que reclamaban por sus familiares o amigos desaparecidos, habrán atravesado el holocausto argentino con honra.

Juan José Beascochea

Soldaditos de plomo



“Lancheo” se llamaba los patrullajes clandestinos en automóviles civiles por las calles de la ciudad, para reconocer a personas buscadas.
Siempre de acuerdo al documento de la Comisión, hasta junio del ’76 los prisioneros no intervenían. Luego se comenzó a incluirlos en estos desplazamientos. En noviembre fueron vestidos como soldados Pinchevsky, Ramondegui y Contepomi y desde entonces se hizo lo mismo con todos los varones que se prestaban a cumplir esta tarea. En varias ocasiones, fueron armados.
El informe dice que en el caso de los colaboradores, las argumentaciones para buchonear pretendían tener una espúrea perspectiva política: “es necesario –decían, según los dichos de los prisioneros liberados entrevistados– que caigan las direcciones de las organizaciones y evitar que haya que matar a gente de bajo nivel para llegar hasta ellos. Cuanto antes concluya todo, más vidas se preservarán”.
Era usual en La Perla sacar a prisioneros a “marcar”. El método dio resultados para los represores, pero la mayoría de los prisioneros presentaron resistencias de algún tipo. Sólo un grupo reducido vendió su conciencia. Y esa colaboración produjo caídas en cadena. Algunos de ellos pidieron salir a “marcar”.
A Pinchevsky también se lo hace responsable de haber elaborado unos presuntos volantes montoneros, apócrifos, que aparecieron durante una represión a trabajadores de Luz y Fuerza. Según el documento, esos volantes fueron redactados e impresos en La Perla.
El informe asevera que las autoridades de La Perla le habían garantizado la vida a Pinchevsky, a cambio de sus favores, junto con otros prisioneros colaboradores. Los colaboradores más activos integraban lo que en la jerga del campo se llamaba Grupo Blanco, formado por aquellos que ya habían sido seleccionados como “sobrevivientes” y que mantenían por distintos medios contactos directos con sus familiares. A partir de marzo de 1978 los prisioneros “estables” incluidos en el “grupo blanco” recuperaron su libertad, aunque en un grado de dependencia y sometimiento total. Pinchevsky dice que salió caminando por la puerta de La Perla, como si nada.
Una de las tareas realizadas por el Destacamento y los prisioneros libres fue el servicio de seguridad e inteligencia durante la disputa del Campeonato Mundial de Fútbol, en junio de 1978, en todo lo relativo a la sub-sede Córdoba. Pinchevsky –dice el informe– ya empleado orgánico del Destacamento como civil adscripto, comenzó a trabajar en la Municipalidad y todos los días presentaba un informe en el Destacamento.

NUNCA MÁS

El 24 de marzo se cumplieron los 30 años de la página más negra de la historia argentina. Un golpe institucional comandado por militares terroristas de Estado instauró en el país una dictadura criminal, con el objetivo de imponer un modelo socio-económico para beneficio de las multinacionales y los grandes empresarios y en perjuicio de los trabajadores. Una generación de jóvenes militantes que tenían otras ideas fue destrozada. El campo “La Perla” es un símbolo de ese Estado terrorista. Se transcribe la parte esencial del informe que en 1980 armó la Comisión Argentina de Derechos Humanos, en Madrid, tomando como base el testimonio de algunos sobrevivientes. En ese informe, que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación envió al gobierno provincial, el médico Eduardo Pinchevsky –hasta hace unos meses funcionario pampeano– aparece citado como un entusiasta delator, un prisionero que se cambió de bando sin ejercer resistencia alguna y se lo menciona incluso como uno de los asesinos de un dirigente montonero.
El campo La Perla fue una cárcel clandestina, utilizada por el III Cuerpo de Ejército, bajo el mando del entonces general de División Luciano Benjamín Menéndez. Está ubicada sobre la Ruta nacional número 20, en el tramo que une las ciudades de Córdoba y Villa Carlos Paz. Comenzó a funcionar antes del golpe militar de marzo del ’76. Se integró al organigrama del Destacamento 141. Por La Perla pasaron entre 1.500 y 2.000 personas.
Allí el médico Eduardo Pinchevsky prestó colaboración como delator, según asevera la documentación oficial. “Paco”, que era el alias con el que se lo conocía, integraba la mesa regional de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de Córdoba. Lo detuvieron el 8 de julio de 1976. El informe señala que en el año ’80 seguía siendo un civil adscripto en el Destacamento 141 (Grupo Calle), que se desempeñaba simultáneamente como oficinista en la Municipalidad de Córdoba en uno de los puestos suministrados al Ejército para realizar tareas de control político. Es uno de los que aparece citado como “prisioneros que colaboraron decididamente con la represión”, especialmente en la realización de tareas de inteligencia.
El informe diferencia a los buchones de la gran mayoría de militantes: la existencia de “prisioneros-colaboradores” no implica negar el heroísmo, la generosidad y dignidad de la inmensa mayoría de quienes pasaron por los campos de concentración y exterminio; ni tampoco un intento de descalificar, a partir de ese hecho, a la militancia organizada que forma parte de la resistencia obrera y popular a la dictadura. Desde la instauración de este método terrorista por parte de las fuerzas armadas argentinas, sólo un ínfimo porcentaje de sus víctimas lograron ser sometidas en su voluntad y convicciones.

DIRECTO A LA TORTURA. Al describir el modo de ingreso y tratamiento en La Perla, la Comisión Argentina de Derechos Humanos cuenta que hacia 1976 el secuestrado era conducido de inmediato a la sala de torturas. La represión era total y sistemática.
Habitualmente llegaban en el baúl de un auto, eran vendados y esposados. Se les aplicaban golpes de picana eléctrica en las partes más sensibles del cuerpo.
En 1977 se implementó otro método. Básicamente, apuntaba a fortalecer en los prisioneros la creencia de que sobrevivirían. El trato era menos brutal y se procuraba convencerlo de que aquél que colaborara salvaría su vida. En caso de no aceptar esta extorsión, era torturado bárbaramente.
Las torturas apuntaban a obtener información sobre las “citas” de encuentros habituales entre miembros de una misma organización. El conocimiento de estas “citas” por acción de la represión se convirtió en el medio más eficaz para la captura de militantes.
Los torturadores conocían de antemano una serie de datos sobre cada uno de los secuestrados y sobre las posibilidades de obtener mayor información. Esto era casi decisivo en la tortura, pues reducía las posibilidades de intentar desviar el interrogatorio. El único camino era resistir hasta la muerte. Y muchos prisioneros lo recorrieron firmemente.

LOS “COLABORADORES”. Se intentaba quebrar la moral del prisionero con la participación de prisioneros-colaboradores que intervenían para demostrar la inutilidad de toda resistencia. Esa intervención resultaba en algunos casos particularmente eficaz por la información reservada que manejaban los torturadores, evidentemente proporcionada y procesada por los colaboradores.
Luego de la primera sesión de tortura y cuando la víctima daba muestras de llegar al límite de sus fuerzas, se interrumpía el tormento y se procedía a una tarea de “ablandamiento sicológico”.
El prisionero era conducido a una oficina donde se le confeccionaba su ficha individual. En los primeros días de cautiverio, los prisioneros eran sometidos a intrerogatorios de “ablande”, entrevistas con colaboradores y nuevos tormentos.
A veces los interrogatorios eran simultáneos a distintos prisioneros, aunque en diferentes ámbitos, lo que determinaba que si no se sufría directamente el tormento se padecía con los gritos de otras víctimas. Era habitual perder la noción del tiempo transcurrido.
El acoso al prisionero sólo cesaba cuando los torturadores arrancaban alguna información o cuando el tormento ponía en peligro la vida del secuestrado que por su comportamiento se suponía era una importante fuente de información potencial. En cualquiera de los dos casos, los prisioneros eran conducidos a un galpón con capacidad para alojar en condiciones muy precarias hasta 70 prisioneros.

QUIEBRA PAULATINA. En los primeros tiempos, a los interrogadores sólo les interesaba la información que tuviera resultados inmediatos, pero luego advirtieron que también podían acopiar información útil para el mediano y largo plazo. Los interrogadores advirtieron la importancia del proceso de quiebra paulatina de algunos prisioneros para la explotación de “puntas” (nuevos contactos con militantes).
En los interrogatorios y también durante la permanencia en el campo, influía en forma decisiva la ubicación jerárquica de los militantes capturados en sus respectivas organizaciones. Los militantes de base, como tenían poca información, implicaban para los interrogadores sólo un interés inmediato. Los cuadros medios recibían un trato levemente diferente. Pero para los responsables y dirigentes en general se reservaban métodos distintos, porque se consideraba que ellos eran objeto de interés a largo plazo. Inclusive les ofrecían “negociar” la obtención rápida de información a cambio de la vida.
Se trataba de minar la capacidad de resistencia de los prisioneros. Uno de los guardias fue escuchado por un sobreviviente cuando afirmó a un prisionero, suicida frustrado: “Aquí dentro nadie es dueño de su vida ni de su muerte. No podrás morirte porque quieras. Vas a vivir todo el tiempo que se nos ocurra. Aquí adentro somos Dios”.
En este mundo infernal, muchos prisioneros comienzan a padecer un estado anímico que los lleva a una desesperación absoluta. La venda sobre los ojos se transforma en una obsesión permanente. La situación síquica de indefensión es total.
Los ojos vendados es una experiencia terrible. Sobre todo en los primeros tiempos es insoportable. La desesperación de muchos prisioneros era una presión constante: ellos estaban en un mundo irreal pero tangible donde se escuchan simultáneamente los gritos de los torturados, los ruidos que producen los palos al golpear la carne de los prisioneros, las risas de los guardias que actúan como si fueran meras oficinas de una repartición. Y también las risas de algunos prisioneros, sobre todo de aquellos que estaban hace tiempo y a quienes ya se les permitía hablar.
Porque pese a todo, la vida fluye aún en un campo de concentración y a las dos semanas de haber ingresado surge la broma, que no es otra cosa que la búsqueda inconsciente del cautivo por recuperar su humanidad destrozada por la tortura y la delación.
Muchos prisioneros cedieron frente a este proceso denigrante y consciente de animalización, en el cual confluían el aislamiento que proporcionaba la venda, la información obtenida por la delación, el sufrimiento de la tortura. Pero otros muchos, aun en esas condiciones, no cedieron. Murieron sin hablar, sin humillarse, luchando, resistiendo hasta el último momento, en un ejemplo de dignidad sin par, demostrando su superioridad moral.

La verdadera historia del acueducto


El ex gobernador Rubén Hugo Marín, el ex secretario de Obras Públicas Raúl Rodríguez, el ingeniero Carlos Oppezzo, el fiscal de Investigaciones Administrativas Enrique Romero Oneto, el empresario Victorio Gualtieri, el ex funcionario de Obras Públicas Raúl Crespillo, el ingeniero Alfredo Reale, el abogado Alfredo Reale (hijo), el ministro de Hacienda Ernesto Franco, el contador Rafael Gutiérrez, los hijos de Oppezzo, la hija de Oppezzo y su novio, el topógrafo Ricardo Rojas, Jorge Suhurt, Daniel Ucciardello, Alberto Suárez, Ricardo Debans, Matías Crespillo (hijo del ingeniero funcionario), Roberto Juan y Gerardo Pepe (ex funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación que comandaba María Julia Alsogaray).
Todos esos nombres tiene a mano la Justicia si es que de veras se propone investigar a fondo “la verdadera historia del acueducto”, que es el título del anónimo que llegó a la Fiscalía de turno explicando el supuesto papel que le cupo a cada uno de los mencionados en el párrafo anterior.
Lo que es seguro, es que todas esas personas pueden hacer interesantes aportes, al menos como testigos, respecto del proceso de la “gran obra del siglo” que terminó convirtiéndose en la mentira marinista del milenio.
Si la Justicia tiene la voluntad de hurgar hasta el fondo, puede intentar verificar los datos del anónimo, incluso los que dan cuenta de las propiedades que tienen algunos de los que intervinieron en el negocio del siglo. Según la nota, se pueden rastrear inversiones en la bolsa, cuentas bancarias, autos, casas, propiedades inmuebles en nuestra ciudad y en otros puntos del país, campos en la provincia de Santiago del Estero, emprendimientos en Europa e inversiones a través de testaferros. Obviamente, habría que apuntar no sólo a los involucrados directos sino también –y especialmente– a quienes componen su entorno.

¿SERÁ JUSTICIA?. La información anónima, a la que tuvo acceso El Fisgón, traza un panorama del modo en que se desviaron fondos y se puntualizan diversos “modus operandis”. Algunas de las explicaciones ya son archiconocidas, pero sin embargo sistemáticamente el oficialismo y la Justicia han impedido que se avance en el esclarecimiento de los hechos de corrupción que rodearon a la megaobra.
Cuando la oposición política acudió a la Justicia –sin demasiadas pruebas, pero explicando la violación de los pliegos licitatorios y advirtiendo severas irregularidades en torno a las pruebas hidráulicas– la jueza Verónica Fantini mandó prontamente al archivo la presentación.
El Caso Romero Oneto fue otro hito: el fiscal de Investigaciones Administrativas, que en aquellos años tenía la misión de controlar a la inspección, fue acusado por haber cobrado dos cheques del propio Oppezzo. Romero Oneto lo admitió, diciendo que era el pago por un supuesto “asesoramiento profesional”. Para los denunciantes fue una coima. Pero el PJ protegió rápidamente a Romero Oneto.
El mes pasado, a raíz de una publicación del diario La Arena, se conoció que Romero Oneto había cobrado otros cheques, como si se tratara de un pago mensual que recibía (así está aludido también en el anónimo acercado a la Justicia). Otro detalle: ni bien asumió como fiscal, Romero Oneto dijo que él no estaba en condiciones de investigar el caso del acueducto, y que si llegaba a haber alguna presentación tendría que excusarse.

MODUS OPERANDI. La presentación detalla cómo se tramó la presentación en la licitación que ganó Gualtieri, y que luego fue modificada a raíz de que el empresario solicitó una ampliación de obra. Eso, obviamente, hizo que se pusiera en juego muchísimo más dinero.
En su momento el ministro Franco reconoció que se gastaron 380 millones de dólares, apunta la nota. El diputado Adrián Peppino, alguna vez, intentó sacar cuentas y estableció que en realidad el costo rondaba los 1.000 millones.
El aporte a la Justicia dice que se inflaban gastos sistemáticamente. También refiere a la diferencia de precio entre excavar tosca o piedra (50 dólares el metro), y excavar arena (10 dólares el metro), con lo cual resultaba más beneficiosos certificar excavaciones de tosca o piedra.
Siempre de acuerdo al anónimo, cuyas afirmaciones la Justicia tendrá que confirmar o no, se certificaron trabajos, materiales e insumos repetidas veces; se cambiaron marcas de materiales por otras de menor calidad y precio.
Un capítulo aparte en la historia merecen los caños de la firma Prodinco. Incluso da a entender que el trágico incendio que costó la vida de dos bomberos pudo ser una maniobra para borrar pruebas y justificar gastos, ya que buena parte de los caños certificados como acopiados, en realidad –dice el anónimo– se iban hacia la planta de San Luis.
Finalmente, refiere a la imprevista y repentina visita de funcionarios del área de Medio Ambiente de la Nación. Eso también hubo que arreglarlo.

DESCONTROL. También describe algunas idas y venidas. Oppezzo, según la versión aportada por el anónimo, no fue fácil de convencer de algunas circunstancias. Los funcionarios que manejaron la obra tuvieron que reunirse varias veces con él y hacerle algunas propuestas que lo dejaran satisfecho.
El anónimo da cuenta de misteriosos encuentros que se hacían en la Capital Federal. También se precisan “datos que pueden ser perfectamente verificados por jueces o fiscales, y que tiene que ver con el armado de la estructura técnica, administrativa y logística que fueron las herramientas para evitar los controles”. Señala que todo se llevó adelante desde la Secretaría de Obras Públicas, la COTARC y al Inspección de Obra, sin permitir la vigilancia de un organismo gubernamental como Certificaciones de la Provincia.
La nota hace referencia también a “gente que cuando vio que era parte de un gran robo, se fue”. Pone como ejemplo un ingeniero que habría sido traído por Raúl Rodríguez, que presentó su renuncia en medio del proceso.
Los Reale aparecen mencionados simplemente como integrantes de la empresa “Ingeniería Hidráulica”, junto con Oppezzo. El contador Rafael Gutiérrez es citado como perteneciente al estudio contable “Warnes”.

Mafias y coincidencias

La nota anónima sobre el acueducto, acercada a Tribunales, incluye abundante documentación del archivo de la Secretaría de Obras Públicas, de la COTARC y de la Inspección de la Obra.
El autor confiesa su intención de ser un paso similar al que dio aquel anónimo que describió el pago de coimas en el Senado para lograr la Ley de Flexibilización Laboral: “Conozco datos sobre la verdadera historia del más grande negocio, desde donde succionó la mafia de esta provincia, en conjunto con la mafia nacional”.
“Me gustaría creer y tener confianza en los jueces y fiscales”, acota y señala los temores de hacer pública su identidad ante la posibilidad de que “la Banda” tome represalias.
El anónimo compara la obra del acueducto con otros fastuosos emprendimientos en provincias que mantuvieron buenas relaciones con el menemismo. La curiosidad –plantea– es que las licitaciones también fueron ganadas por Gualtieri, utilizando la misma metodología que en La Pampa: ofertar por debajo del presupuesto oficial para después pedir una ampliación de obra.
Los ejemplos citados son el Embalse de Nogolí, en la San Luis de Adolfo Rodríguez Saá, el Embalse Itiyuro II en la Salta de José Luis Romero y los acueductos y obras de red de agua potable en los acueductos de la costa bonaerense de Eduardo Duhalde.

No te metás


Cuenta la historia que aquella vieja frase “el pueblo quiere saber”, tuvo mucho que ver con el nacimiento de la nación argentina.
La cita representa, más allá de sus múltiples interpretaciones y más allá de las variables de cada relato, la ansiedad de las masas por participar, por sentirse parte en los asuntos de todos, por ser tenidos en cuenta a la hora de determinar todo aquello que tuviera relación con lo que se ha dado en llamar “cosa pública”.
Desde entonces, pasaron los años y las épocas. Cambiaron las modas y los valores.
En la Argentina, la patética intromisión de militares hijos de puta en el gobierno –en 2006 se cumplieron 30 años de la última de las dictaduras– terminó por generar un adormecimiento de la comunidad y la ciudadanía, que prefirió desde entonces mirar para otro lado y no meterse.
Aquel golpe de Estado, justamente, tenía esa idea entre sus objetivos. En los tiempos previos, la comunidad se metía “demasiado”. Había sectores revulsivos, jóvenes preocupados por la vida pública, sectores dispuestos a organizarse políticamente para que la sociedad se volviera más justa y más libre. Los militares llegaron, entre otras cosas, para ponerle coto a esa “intromisión”.
Lo lograron. Fueron “exitosos”.
Con el regreso de la Democracia dio la sensación de que regresaban –a su modo– algunas de aquellas viejas costumbres de participar y decidir y comprometerse con una idea que estuviera más allá del individuo. Fue un espejismo que duró poco tiempo.
El estallido de 2001, cuando se difundió el “que se vayan todos”, volvió a demostrarle al “pueblo”, a la “gente”, a la “sociedad”, a la “comunidad”, a la “ciudadanía”, que se podía ser protagonista. Se imponía entonces la impresión de que era posible, otra vez, soñar con que las mayorías estuvieran dispuestas a meterse en los asuntos de todos.
Fue otro espejismo. La indiferencia y el no te metás han vuelto a reinar, como contundente demostración de los desastres culturales causados por el neoliberalismo y el capitalismo salvaje. Las cosas nos pasan frente a los ojos y nadie reacciona.
Especialmente en La Pampa, los “dueños” de la cosa pública –vaya paradoja– hacen lo que se les antoja. Roban en nuestras narices, nos mienten en la cara, se calzan la ropa del Estado para abusar y amedrentar y todo sigue como si nada, gracias a que se ha generado un cóctel compuesto de malas costumbres, hastío, conformismo, también cobardía e ignorancia.
Las instituciones se han degradado, también, por culpa de esa apatía. Ese desinterés de los ciudadanos comunes por las cosas que están pasando se adivina cotidianamente: cuando la causa de las mujeres maltratadas no convoca como debiera, cuando se permite con absoluta despreocupación que reine la impunidad, cuando se avala con el silencio que un torturador o un delator sigan compartiendo la vida con el resto de la ciudadanía, cuando se consiente que los poderes que debieran ser independientes sean en realidad propiedad de personajes confabulados que representan el interés de unos pocos que hacen buenos negocios.
Esa es la lamentable herencia que dejó el sistema y el modelo instaurado en el ’70 por vía de las armas y en los ’90 por otra vía. El egoísmo, el materialismo, la codicia siguen ganando por goleada.
La culpa no es toda de los políticos, ni de los jueces, ni de los diputados, ni de los grandes medios. La culpa es, también, de cada uno de los ciudadanos que –por comodidad, por conveniencia personal, por costumbre, o por lo que fuera– en su mayoría prefieren la pereza, la indolencia, el silencio y mirar para otro lado.
Ahora, según parece, el pueblo no quiere saber.

10/06/2006

Aragonés: el afano para salir de pobre

Bestial hasta la médula, incluso para ser sincero, el impresentable puntero político Carlos Aragonés, firmante de todos los pactos oscuros habidos y por haber, y “padrino” –al estilo de la mafia– de Rubén Marín y Carlos Verna, abrió la boca (que es una de sus especialidades). Y como cada vez que abre la boca, escupió barbaridades que lo pintan de cuerpo entero.
Después del forzoso silencio durante la semana de la Memoria, la Verdad y la Justicia –durante la cual prefirió un mutismo parecido a la huida– Aragonés “reapareció” en el programa televisivo “Sin Dobleces”, en General Pico.
Allí, a su modo y posiblemente sin que sea su intención, describió algunos de los modus operandi del poder político y de paso aconsejó a los jóvenes que quieran progresar en la vida: según su teoría y experiencia, deben afanarse todo para salir de pobres.

DENTRO DE LA LEY, TODO. “Yo no he cometido ilícitos”, dijo Aragonés pero no explicó –ni en esta oportunidad ni nunca antes– cómo hizo para pasar de pobre a multipropietario. “Yo comencé como canillita y lustrabotas (...) Era de los pobres pobres, pero el destino me dio una posibilidad, como le ha dado a tantos”.
La “posibilidad” de salir de pobre parece haber sido la política. “Yo tuve dos hijos y ambos terminaron la Universidad, pero yo terminé la primaria porque algunas maestras me lo permitieron. Me querían y sabían que necesitaba el certificado de sexto grado para ir a trabajar”, contó.

CAPAZ DE CUALQUIER COSA. Acomodándose a los tiempos vernistas, Aragonés sacó del archivo una anécdota: “Cuando Marín me ofreció un cargo (en el ’83), yo le dije que no quería nada, pero que no se olvidara del ingeniero Verna, porque era un hombre capaz de hacer muchas cosas”. Tiene razón Aragonés: Verna es capaz de hacer cualquier cosa. “Así fue que Verna fue un excelente ministro de Obras Públicas”, completó el chupamedias oficial de los jerarcas pampeanos.
Insistió en esa tesis, al señalar que en 2003, antes de que Marín bendijera a Verna como su sucesor, “yo era el único que decía que el gobernador debía ser Verna. Alguien a quien aprecio mucho, más allá de que para algunos sea mala palabra, como Carlos Grosso, siempre dice que el peronismo está dado por el bolsillo o el pensamiento y el razonamiento” (¡¡¡!!!¿¿¿???).

EN CÓDIGO. Después le dio con un caño a Heriberto Mediza: “uno debe ser agradecido de todo lo que le ha dado la sociedad y no puede hacerse el distraído y hablar de renovación”. O sea: según la lógica Aragonés, en caso de ser un privilegiado –como él– más vale guardar violín en bolsa y no quejarse de nada.
Según Aragonés, además, Mediza no es parte de “La Famiglia” que integran él, Marín y Verna. “Si Marín es candidato, Verna no hace una interna, porque es un hombre que respeta los códigos”, soltó. Por eso interpretó que “Mediza no hizo ningún mérito para cobrar por todos los cargos que le dio Marín”. Como si pagaran Marín, o él...

UNOS PARA TODOS. Pero además, El Padrino describió el modus operandi de las decisiones políticas de la provincia, donde –obviamente– la ciudadanía es convidada de piedra: no le dan participación y, si es necesario, ni siquiera se vota.
Aragonés contó que cuando se definió la candidatura de Verna en el 2003, “en las reuniones, al principio, sólo estábamos Marín y Aragonés”. Es decir: dos personas –y qué dos personas– definiendo el futuro de la provincia. “Después se fueron sumando otros compañeros, pero nunca fuimos más de cuatro o cinco”, completó. Y anunció que esa misma metodología primará en los próximos tiempos, cuando se le preguntó por las futuras candidaturas y resumió: “Nosotros tenemos un lugarcito que se llama Convergencia y allí se definirá”.
Dios nos libre.

“Nos eligieron porque estamos indefensos"


PEDRO ANDRÉS ROVEDA, DETENIDO
Y LIBERADO POR EL CASO CANALE




–Pase, acá vamos a estar más tranquilos –dijo mientras acompañaba la invitación con un ademán de su mano derecha.
Andrés Roveda tiene 26 años, es rubio, de ojos claros y mide 1,75 metros de estatura. No hay expresión de sentimientos en su rostro. Está tranquilo pero no parece un joven con una vida de joven. Estuvo 3 años y 11 meses preso por el crimen de Juan Carlos Canale, gritando a los cuatro vientos que ni él ni los otros ellos no lo mataron. La Corte Suprema de Justicia de la Nación intuyó que algo se hizo mal en el proceso judicial por la muerte de jornalero y mandó a los jueces pampeanos a revisar la sentencia. Por eso ordenó la libertad de los “condenados” hasta la realización de un nuevo juicio oral y público.
–¿Cómo te sentís en libertad?
–Y... encuentro todo cambiado porque hacía 4 años que estaba privado de la libertad. No lo podía creer porque era todo sorpresivo, no me lo esperaba.
–Y la gente, ¿cómo los recibió?
–La gente me felicita, me llaman por teléfono para felicitarme, me recibe bien, que no baje los brazos, que nos sigamos cuidando. Dicen, igual que nosotros, que somos inocentes.

LA CARCEL
“¿Vio Tumberos?, Bueno, la cárcel es así”, resume Andrés ante la consulta sobre la forma de vida en prisión.
–¿De qué manera se enfrenta cada día?
–Es difícil levantarse sabiendo que nos acusaron de algo que no cometimos, cuesta empezar un nuevo día
–¿Cuál fue la peor cárcel?
–General Acha y Neuquén. Porque en Acha casi nos mataron para que nos hiciéramos cargo de ese crimen o que señaláramos a alguien. Estuve tres días incomunicado colgado de un caño, y nos pegaban y pegaban para confesar o acusar a otro del crimen de Canale.
–¿Golpes de qué?
–De puño y de palos, nos torturaban y nos ponían bolsas en la cabeza para que nos ahogáramos y con la bolsa en la cabeza nos seguían pegando.
–¿Eran los mismos policías de aquel día?
-Sí.
–¿En algún momento lo vieron a Canale?
–Sí, yo lo habré visto media hora como mucho...
–¿Antes o después de los golpes?
–Después, porque él ya entró golpeado. Lo que pasa es que la policía de Acha, como la de Santa rosa, pega, pega pero no dejan marcas, saben los lugares en los que hay que pegar. Encuentran los puntos.
–¿Con las manos?
–Se ponen unos guantes, unas manoplas que sólo se las vi a ellos, son como de cuero pero no se qué material tendrán adentro. Aparte los palos que tienen ellos... –explica mientras acompaña el relato con el movimiento de las manos al estilo de un boxeador en pleno combate. Mueve el cuerpo y se dobla a la altura de la cintura, dando a entender que ese es uno de los lugares. Los ojos le brillan pero su rostro no acusa recibo. Habla pausado y en tono bajo. No mide las palabras. Es espontáneo.
–¿Sabías quién es el ex ministro César Ballari?
–Sí, porque fui mozo de la Cámara de Diputados. Lo conocí como diputado, no como ministro de Justicia.
–¿Lo viste por General Acha?
–No, yo no lo ví en Acha, porque estuve 5 días más hasta que me trasladaron a La Adela y de ahí empecé a recorrer varios lugares de detención hasta que llegue a la U 4. En La Adela me tuvieron 3 meses, me bañe sólo 2 veces y me afeité una vez –las manos suben y bajan, de su pecho hasta el regazo, para que no queden dudas de todo lo que lo afectó la falta de higiene.
“No me dejaban bañar. Comía y hacía mis necesidades en una celda de 2 x 2. Incluso cuando mis familiares me llamaban, no me dejaban salir, me llevaban el teléfono a la celda, me abrían para las visitas y salía con los pelos parados, todo sucio”, recalca el pibe.
–¿En algún lugar más los golpearon?
–En La Adela me pegaron, porque me llevó la misma Policía de Acha, que pertenece a la misma jurisdicción.
–¿Cuándo la policía está afuera, les habla?
–No, nada más entran a pegar. Hay agresiones y provocaciones, ellos entran a pegar, se van, vuelven a las 2 horas y pegan otra vez.
–¿Eso lo hacían con cualquiera?
–Sí, hasta que se la agarraron con nosotros...
–¿El deambular, cuánto duró?
–Ocho meses hasta la U4, sin la condena. Llegué procesado por el juicio por Canale cuando llevaba un año y medio detenido por esa causa. Estuve preso un mes antes por robo calificado, en una caso que ya está resuelto.

NI SE CONOCÍAN. Junto a Andrés, Miguel Rodríguez, Rodrigo Tressen y Alejandro Alarcón, se encontraron, de un momento a otro, unidos por una misma tragedia: la de ser acusados por el asesinato de Juan Carlos Canale.
–¿Se conocían?
–No nos conocíamos. A medida que fue pasando el tiempo los fui conociendo porque pasamos a ser compañeros de causa. No sabían quiénes eran.
–¿Qué hicieron frente a esto?
–En un momento no lo podíamos creer, y después bueno... con el tiempo nos fuimos juntando y conociendo más, ya estábamos en la misma causa, tratábamos de ser amigos.
-¿Es cierto qué en la cárcel el lugar te lo tenés que ganar a las trompadas?
–No es tan así, es más lo que se habla que lo que se vive, cuesta hacer amistad, pero no es así. Es más, yo en 4 años y dos meses nunca tuve una sanción disciplinaria por pelearme con un preso. Usted sabe que en la cárcel hay códigos y la acusación que teníamos nosotros por haber matado a otro preso, nos aseguraba que la íbamos a pasar mal, en base a esos códigos. Podés vivir mal, vivir refugiado por el delito que nos endilgaban. A mí me metieron en los peores pabellones para que me pasara eso y nunca tuve problemas.
–¿Tenían celda individual?
–Sí, pero se vive en un pabellón, igual la policía pega, pega y pega, el SPF, en Neuquén pega mucho.
–¿Estuvieron con el Gordo Valor?
–No, no estuvimos con él, había presos conocidos pero no la banda del Gordo Valor. La condena nuestra era la más chiquita de la cárcel, hay gente que estaba con 3 o 4 perpetuas.
–¿Son los dueños del penal?
–No, el dueño del penal es la policía, los presos son gente igual que nosotros, se puede tomar mate, charlar, son seres humanos que han cometido errores, pero somos seres humanos.

LA SALIDA. La entrevista, tras varios desencuentros telefónicos, se hizo un miércoles a las 6 de la tarde en la casa de los suegros de Roveda (cerca de la Unidad 30), donde vive junto a su mujer y su hijo. A pesar de la corta diferencia de edad entre ambos, nunca tuteó al entrevistador. Sentados en dos sillas de plástico junto a la mesa de la cocina, con el televisor de fondo, el ir y venir del nene y unos buenos mates dulces, Andrés le abrió las puertas de su vida familiar a El Fisgón.
–¿Te esperabas la salida?
–No.
–¿Son conscientes de toda la gente que luchó por ustedes?
–Sí, lo se y le quiero agradecer a todos ellos, porque vio que para la sociedad somos la peor cosa y ellos sin conocernos, sin saber que arrastrábamos antes nosotros, se pusieron a ayudarnos. Les agradezco a todos. Nos acompañaron mucho y eso me ayudó a no caerme.
–¿Tenés esperanzas en el nuevo juicio?
–Creo que la Cámara uno dio un gran paso al excarcelarnos y todavía me queda esperanza en la justicia. Creo que van a buscar la verdad.
–Si no hay nuevas pruebas, ¿la cosa no va a cambiar?
–Es así, si no se agregan estamos en la misma, con las pruebas que siempre hubo, pero que no dejaron entrar. Si las incorporan vamos a ser absueltos. Yo no sé si fue la Policía, no los vi, pero nosotros tampoco fuimos. Si fueron ellos, que paguen ellos.
–¿Por qué crees que pasó esto?
–Como le decía, la policía pega y a ellos se les fue la mano, no sabían cómo solucionar lo que le habían hecho y... ¿qué hicieron? Lo metieron con nosotros, el estaba demorado y yo estaba detenido, pero un demorado con un detenido no los pueden juntar, ellos lo hicieron para echarnos la culpa.
–¿Estás tranquilo?
–Los primeros días no podía dormir porque había mucha tranquilidad. Escuchaba ruido a rejas de puertas que se abrían y cerraban. Hace unos días me desperté transpirado porque estaba soñando que me pegaba la requisa de Neuquén.

TRABAJO Y LIBERTAD. “La situación esta difícil para conseguir trabajo, yo hago changas de pintura”, explica mientras trata de cumplir con la exigencia judicial para dejarlos en libertad. Marcelo Pedehontaá, subsecretario de Trabajo de la provincia, les prometió que van a trabajar en la Ciudad Judicial. “Tengo intenciones de trabajar, pero es difícil”, agrega para recordarnos que vivimos en un país que está lejos del pleno empleo.
–¿Cómo es el trámite de los lunes?
–Vamos a la Cámara 1 entre las 7 y las 12, aunque es conveniente ir temprano porque ellos (la Justicia) están más desocupados. Es una firma y si querés hablar con los jueces lo hacés.
–¿La política te interesa?
–No.
–Pero la política se metió con ustedes...
–No, no estoy interesado, es media problemática la política.
–¿Por qué los eligieron?
–Porque somos los más indefensos. No tenemos medios como pelearla. Si hay plata se sale. Por eso no me esperé que me dieran al excarcelación, pensé que me iban a pedir una fianza que no podía pagar.

LA CONDENA.
–El día de la condena, ¿qué pasó por tu cabeza?
–Millones de cosas, cuando me dieron 12 años me largué a llorar, pero en el fondo sabía que era inocente y no iba a bajar los brazos.
–¿Se pueden tener esperanzas con esa condena?
–No, no, no, acá no, ya para la justicia éramos culpables. Por todo lo que había sucedido antes, que se había metido Ballari, usted sabe que los políticos acá mandan... Los policías de aquel día siguen en Acha y siguen pegando. Ellos pegan y no les hacen nada, ellos mandan...
–¿Los abogados?
–Se merecen un premio, han trabajado muchísimo, no han descansado. Eso no es normal, la mayoría de las veces te dejan colgados y los nuestros nos siguieron ayudando.
–¿Pero estos años quién te los devuelve?
–Uno siempre piensa eso, el nene mío tenía un mes y ahora tiene 4 años y 3 meses, cuesta, el me dice papá y todo pero él nunca supo que yo estuve detenido, pensaba que estaba trabajando. Cuando me voy afuera llora porque teme que me vaya. Sería medio difícil volver adentro después de estar con él, pero si tengo que volver, vuelvo. Si la justicia dice que vuelva a la cárcel, yo vuelvo. Aunque si eso pasa, no voy a tener más esperanza, pero yo confío en la Cámara 1 porque ellos van a hacer lo mejor, van a estudiar bien el caso.

Juan José Beascochea