10/06/2006

“Nos eligieron porque estamos indefensos"


PEDRO ANDRÉS ROVEDA, DETENIDO
Y LIBERADO POR EL CASO CANALE




–Pase, acá vamos a estar más tranquilos –dijo mientras acompañaba la invitación con un ademán de su mano derecha.
Andrés Roveda tiene 26 años, es rubio, de ojos claros y mide 1,75 metros de estatura. No hay expresión de sentimientos en su rostro. Está tranquilo pero no parece un joven con una vida de joven. Estuvo 3 años y 11 meses preso por el crimen de Juan Carlos Canale, gritando a los cuatro vientos que ni él ni los otros ellos no lo mataron. La Corte Suprema de Justicia de la Nación intuyó que algo se hizo mal en el proceso judicial por la muerte de jornalero y mandó a los jueces pampeanos a revisar la sentencia. Por eso ordenó la libertad de los “condenados” hasta la realización de un nuevo juicio oral y público.
–¿Cómo te sentís en libertad?
–Y... encuentro todo cambiado porque hacía 4 años que estaba privado de la libertad. No lo podía creer porque era todo sorpresivo, no me lo esperaba.
–Y la gente, ¿cómo los recibió?
–La gente me felicita, me llaman por teléfono para felicitarme, me recibe bien, que no baje los brazos, que nos sigamos cuidando. Dicen, igual que nosotros, que somos inocentes.

LA CARCEL
“¿Vio Tumberos?, Bueno, la cárcel es así”, resume Andrés ante la consulta sobre la forma de vida en prisión.
–¿De qué manera se enfrenta cada día?
–Es difícil levantarse sabiendo que nos acusaron de algo que no cometimos, cuesta empezar un nuevo día
–¿Cuál fue la peor cárcel?
–General Acha y Neuquén. Porque en Acha casi nos mataron para que nos hiciéramos cargo de ese crimen o que señaláramos a alguien. Estuve tres días incomunicado colgado de un caño, y nos pegaban y pegaban para confesar o acusar a otro del crimen de Canale.
–¿Golpes de qué?
–De puño y de palos, nos torturaban y nos ponían bolsas en la cabeza para que nos ahogáramos y con la bolsa en la cabeza nos seguían pegando.
–¿Eran los mismos policías de aquel día?
-Sí.
–¿En algún momento lo vieron a Canale?
–Sí, yo lo habré visto media hora como mucho...
–¿Antes o después de los golpes?
–Después, porque él ya entró golpeado. Lo que pasa es que la policía de Acha, como la de Santa rosa, pega, pega pero no dejan marcas, saben los lugares en los que hay que pegar. Encuentran los puntos.
–¿Con las manos?
–Se ponen unos guantes, unas manoplas que sólo se las vi a ellos, son como de cuero pero no se qué material tendrán adentro. Aparte los palos que tienen ellos... –explica mientras acompaña el relato con el movimiento de las manos al estilo de un boxeador en pleno combate. Mueve el cuerpo y se dobla a la altura de la cintura, dando a entender que ese es uno de los lugares. Los ojos le brillan pero su rostro no acusa recibo. Habla pausado y en tono bajo. No mide las palabras. Es espontáneo.
–¿Sabías quién es el ex ministro César Ballari?
–Sí, porque fui mozo de la Cámara de Diputados. Lo conocí como diputado, no como ministro de Justicia.
–¿Lo viste por General Acha?
–No, yo no lo ví en Acha, porque estuve 5 días más hasta que me trasladaron a La Adela y de ahí empecé a recorrer varios lugares de detención hasta que llegue a la U 4. En La Adela me tuvieron 3 meses, me bañe sólo 2 veces y me afeité una vez –las manos suben y bajan, de su pecho hasta el regazo, para que no queden dudas de todo lo que lo afectó la falta de higiene.
“No me dejaban bañar. Comía y hacía mis necesidades en una celda de 2 x 2. Incluso cuando mis familiares me llamaban, no me dejaban salir, me llevaban el teléfono a la celda, me abrían para las visitas y salía con los pelos parados, todo sucio”, recalca el pibe.
–¿En algún lugar más los golpearon?
–En La Adela me pegaron, porque me llevó la misma Policía de Acha, que pertenece a la misma jurisdicción.
–¿Cuándo la policía está afuera, les habla?
–No, nada más entran a pegar. Hay agresiones y provocaciones, ellos entran a pegar, se van, vuelven a las 2 horas y pegan otra vez.
–¿Eso lo hacían con cualquiera?
–Sí, hasta que se la agarraron con nosotros...
–¿El deambular, cuánto duró?
–Ocho meses hasta la U4, sin la condena. Llegué procesado por el juicio por Canale cuando llevaba un año y medio detenido por esa causa. Estuve preso un mes antes por robo calificado, en una caso que ya está resuelto.

NI SE CONOCÍAN. Junto a Andrés, Miguel Rodríguez, Rodrigo Tressen y Alejandro Alarcón, se encontraron, de un momento a otro, unidos por una misma tragedia: la de ser acusados por el asesinato de Juan Carlos Canale.
–¿Se conocían?
–No nos conocíamos. A medida que fue pasando el tiempo los fui conociendo porque pasamos a ser compañeros de causa. No sabían quiénes eran.
–¿Qué hicieron frente a esto?
–En un momento no lo podíamos creer, y después bueno... con el tiempo nos fuimos juntando y conociendo más, ya estábamos en la misma causa, tratábamos de ser amigos.
-¿Es cierto qué en la cárcel el lugar te lo tenés que ganar a las trompadas?
–No es tan así, es más lo que se habla que lo que se vive, cuesta hacer amistad, pero no es así. Es más, yo en 4 años y dos meses nunca tuve una sanción disciplinaria por pelearme con un preso. Usted sabe que en la cárcel hay códigos y la acusación que teníamos nosotros por haber matado a otro preso, nos aseguraba que la íbamos a pasar mal, en base a esos códigos. Podés vivir mal, vivir refugiado por el delito que nos endilgaban. A mí me metieron en los peores pabellones para que me pasara eso y nunca tuve problemas.
–¿Tenían celda individual?
–Sí, pero se vive en un pabellón, igual la policía pega, pega y pega, el SPF, en Neuquén pega mucho.
–¿Estuvieron con el Gordo Valor?
–No, no estuvimos con él, había presos conocidos pero no la banda del Gordo Valor. La condena nuestra era la más chiquita de la cárcel, hay gente que estaba con 3 o 4 perpetuas.
–¿Son los dueños del penal?
–No, el dueño del penal es la policía, los presos son gente igual que nosotros, se puede tomar mate, charlar, son seres humanos que han cometido errores, pero somos seres humanos.

LA SALIDA. La entrevista, tras varios desencuentros telefónicos, se hizo un miércoles a las 6 de la tarde en la casa de los suegros de Roveda (cerca de la Unidad 30), donde vive junto a su mujer y su hijo. A pesar de la corta diferencia de edad entre ambos, nunca tuteó al entrevistador. Sentados en dos sillas de plástico junto a la mesa de la cocina, con el televisor de fondo, el ir y venir del nene y unos buenos mates dulces, Andrés le abrió las puertas de su vida familiar a El Fisgón.
–¿Te esperabas la salida?
–No.
–¿Son conscientes de toda la gente que luchó por ustedes?
–Sí, lo se y le quiero agradecer a todos ellos, porque vio que para la sociedad somos la peor cosa y ellos sin conocernos, sin saber que arrastrábamos antes nosotros, se pusieron a ayudarnos. Les agradezco a todos. Nos acompañaron mucho y eso me ayudó a no caerme.
–¿Tenés esperanzas en el nuevo juicio?
–Creo que la Cámara uno dio un gran paso al excarcelarnos y todavía me queda esperanza en la justicia. Creo que van a buscar la verdad.
–Si no hay nuevas pruebas, ¿la cosa no va a cambiar?
–Es así, si no se agregan estamos en la misma, con las pruebas que siempre hubo, pero que no dejaron entrar. Si las incorporan vamos a ser absueltos. Yo no sé si fue la Policía, no los vi, pero nosotros tampoco fuimos. Si fueron ellos, que paguen ellos.
–¿Por qué crees que pasó esto?
–Como le decía, la policía pega y a ellos se les fue la mano, no sabían cómo solucionar lo que le habían hecho y... ¿qué hicieron? Lo metieron con nosotros, el estaba demorado y yo estaba detenido, pero un demorado con un detenido no los pueden juntar, ellos lo hicieron para echarnos la culpa.
–¿Estás tranquilo?
–Los primeros días no podía dormir porque había mucha tranquilidad. Escuchaba ruido a rejas de puertas que se abrían y cerraban. Hace unos días me desperté transpirado porque estaba soñando que me pegaba la requisa de Neuquén.

TRABAJO Y LIBERTAD. “La situación esta difícil para conseguir trabajo, yo hago changas de pintura”, explica mientras trata de cumplir con la exigencia judicial para dejarlos en libertad. Marcelo Pedehontaá, subsecretario de Trabajo de la provincia, les prometió que van a trabajar en la Ciudad Judicial. “Tengo intenciones de trabajar, pero es difícil”, agrega para recordarnos que vivimos en un país que está lejos del pleno empleo.
–¿Cómo es el trámite de los lunes?
–Vamos a la Cámara 1 entre las 7 y las 12, aunque es conveniente ir temprano porque ellos (la Justicia) están más desocupados. Es una firma y si querés hablar con los jueces lo hacés.
–¿La política te interesa?
–No.
–Pero la política se metió con ustedes...
–No, no estoy interesado, es media problemática la política.
–¿Por qué los eligieron?
–Porque somos los más indefensos. No tenemos medios como pelearla. Si hay plata se sale. Por eso no me esperé que me dieran al excarcelación, pensé que me iban a pedir una fianza que no podía pagar.

LA CONDENA.
–El día de la condena, ¿qué pasó por tu cabeza?
–Millones de cosas, cuando me dieron 12 años me largué a llorar, pero en el fondo sabía que era inocente y no iba a bajar los brazos.
–¿Se pueden tener esperanzas con esa condena?
–No, no, no, acá no, ya para la justicia éramos culpables. Por todo lo que había sucedido antes, que se había metido Ballari, usted sabe que los políticos acá mandan... Los policías de aquel día siguen en Acha y siguen pegando. Ellos pegan y no les hacen nada, ellos mandan...
–¿Los abogados?
–Se merecen un premio, han trabajado muchísimo, no han descansado. Eso no es normal, la mayoría de las veces te dejan colgados y los nuestros nos siguieron ayudando.
–¿Pero estos años quién te los devuelve?
–Uno siempre piensa eso, el nene mío tenía un mes y ahora tiene 4 años y 3 meses, cuesta, el me dice papá y todo pero él nunca supo que yo estuve detenido, pensaba que estaba trabajando. Cuando me voy afuera llora porque teme que me vaya. Sería medio difícil volver adentro después de estar con él, pero si tengo que volver, vuelvo. Si la justicia dice que vuelva a la cárcel, yo vuelvo. Aunque si eso pasa, no voy a tener más esperanza, pero yo confío en la Cámara 1 porque ellos van a hacer lo mejor, van a estudiar bien el caso.

Juan José Beascochea

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