El secretario privado y pareja de la diputada Elsa Labegorra aparece como propietario de un campo registrado para la temporada de caza 2005. Una propiedad rural en esa zona –el paraje El Tropezón– tiene un valor de alrededor de 300 dólares por hectárea. El campo tiene 1.563 hectáreas. La cuenta da 1.406.700 pesos. El coto de caza fue bautizado como "Rucalhué", el mismo nombre de un programa que manejaba La Elsa y que –en teoría– estaba destinado a que los pobres mejoraran sus condiciones de vida. Así se informó en la edición en papel de la revista El Fisgón, edición número 73, de mayo de 2005.
Son una pareja afortunada. No todos los afanadores como ellos tienen la suerte de encontrar un premio a tanto esfuerzo.
La diputada provincial Elsa Labegorra y su pareja, el "Negro" Rubén Daniel Valle, tienen motivos para ser felices. Valle, que además es secretario privado de la diputada, aparece en varios organismos oficiales como propietario de un costoso campo registrado para la temporada de caza 2005.
Labegorra también está involucrada en el manejo del coto, que tiene por objetivo capturar la atención de los visitantes extranjeros. Ellos traen preciados euros que permitirán, seguramente, cubrir la inversión que demanda semejante emprendimiento.
A LAS ESCONDIDAS. La propiedad donde funciona "tu lugar de cacería" (así se presenta en las promociones) está en la Sección VIII, fracción C, Lote 20. Es el departamento Loventué, en jurisdicción de la comisaría de Toay.
Sin embargo, el campo –a unos 80 kilómetros de la capital provincial– está tan bien escondido que ni una recorrida por la zona del paraje El Tropezón le permitió al equipo de El Fisgón identificarlo con claridad.
Valle aparece como "propietario" en la documentación oficial reinante en la Dirección de Fauna y en los organismos de la Policía provincial. La (des)información oficial es tanta que no sólo se vuelve poco confiable sino a veces contradictoria. En la Subsecretaría de Turismo a Valle lo llaman "administrador". Y en la Dirección de Catastro tampoco está registrado como propietario de un campo, pero en algunas operaciones esos detalles son lo de menos.
VIL METAL. ¿Cuánto vale un campo en la zona de El Tropezón? La consulta realizada por El Fisgón a numerosos conocedores del mercado de este tipo de propiedades permite arrojar un valor promedio: 300 dólares la hectárea.
El campo donde funciona el coto de caza tiene 1.563 hectáreas, según la documentación oficial. Es decir que su valor de mercado supera el millón de pesos.
¿Cómo se hace para tener semejante propiedad? Es una buena pregunta. La pregunta del millón.
Rubén Daniel Valle asentó, en la declaración jurada de ese año que el gobierno provincial hizo pública, un activo por 116.912,69 pesos y un pasivo de 0. Elsa Labegorra confesó un patrimonio de 142.510,17 pesos.
El valor del campo, así y todo, depende de algunas variables que en este caso no se tienen en cuenta: el tipo de terreno del que se trate, la calidad del agua, la infraestructura, las mejoras. Las inmobiliarias que respondieron a la consulta fisgoniana, no obstante, dejaron en claro en la actualidad los valores están muy elevados respecto de los precios que se pedían (y se pagaban) hace un año o un año y medio.
LOS ZORROS SABEN POR ZORROS. Elsa Lluch, como todavía la conocen todos, se separó de su ex marido Jorge Lluch hace años. Por eso en la campaña de 2003, cuando se postuló para diputada, perdió el apellido en los afiches de campaña y en las pintadas callejeras: era, simplemente, "Elsa".
Madrina del punteraje santarroseño, paradigma del marinmenemismo trepador, Elsa cumplió el sueño de ascenso social que tienen todos los "descamisados".
No sólo cambió de casa, de auto y de nivel de vida. También cambió de pareja. La separación fue casi un tema de Estado. En aquellos turbulentos días no sólo se hablaba de la salud de la Señora, sino de esa rencilla que mantenía conmovida a buena parte del poder político. Arreciaban las fantasías respecto de supuestos videos y artimañas.
Como sea, ya en esa campaña de 2003 "El Negro" Valle se había convertido en valet de La Elsa. Algunos protagonistas cuentan imperdibles anécdotas –ya convertidas en mito y leyenda– de las noches de campaña proselitista. Porque la victoria se veía venir. Y cada acto terminaba en una fiesta. Y en las buenas fiestas no falta nada de nada.
En esa época, probablemente, se solidificó la pareja, hasta convertirse en un noviazgo cama adentro. Un detalle nada menor cuando en el medio hay no sólo intereses sentimentales, sino también políticos y económicos.
Valle, que había obtenido uno de los antiguos retiros voluntarios del Banco de La Pampa, siempre encontró algún rebusque. Pero desde entonces fue "el novio de la Señora". Con todo lo que ello significa.
HAY QUE PEGARLE AL CHANCHO... La campaña de 2003 se coronó, como correspondía, con una victoria. Elsa fue elegida diputada. Valle se convirtió en su secretario privado. Poco importó que una pared en la ciudad –rápidamente blanqueada– saludara con ironía a la nueva legisladora: "ELSA FALOPERA".
Igual, el sabor fue agridulce: el ascenso del vernismo recortó el poder político (y económico) de la Señora y sus secuaces. Se quedó sin la administración de la suculenta caja social que durante años había manejado a su antojo.
Empezaron a conocerse públicamente ciertas irregularidades. El último escándalo fue la defensa de Pepe Rodríguez, cuando la ex diputada Rita Bustillo chicaneó a la Señora: "Hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño..."
Pero la "mala racha" frente a la opinión pública, no significa que su nivel de vida, y el de sus familiares y allegados, haya decrecido.
DOS PÁJAROS DE UN TIRO. Tal vez extrañando sus tiempos de subsecretaria de Promoción y Asistencia Social es que Elsa le sugirió a Valle el nombre que podía llevar el flamante coto de caza.
Se llama "Rucalhué". Es romántico. En idioma mapuche esa palabra significa "lugar destinado a construir una nueva casa".
Cuando Elsa era subsecretaria, el Plan Rucalhué era uno de los programas de presupuesto millonario que ella tenía entre manos.
En teoría, ese programa –que sigue vigente con la actual gestión– estaba destinado a atender a las familias pobres. Servía para mejorar sus condiciones de vida y, puntualmente, el estado de sus viviendas.
Elsa protagonizó mil y un actos para darle un toque de mística peronista a la repartija de esas dádivas oficialistas. En muchas de esas ceremonias estuvo el mismísimo ex gobernador Rubén Marín, que hizo descansar en La Elsa todo lo relacionado con la máquina recolectora de votos del peronismo santarroseño.
Esa construcción, que los propios afiliados al partido del gobierno terminaron bautizando "La Banda" empezó como una herramienta política que garantizara la hegemonía y terminó cosechando denuncias por el vínculo con el tráfico de drogas y la protección del delito.
Volviendo a Rucalhué, y tomando en cuenta el nombre del coto, es lógico que el teléfono de la propia diputada Labegorra figure como contacto para conseguir reservas. También es lógico que haya comentarios –creíbles y no tanto– respecto de que, en realidad, los reales interesados son sus hermanos y/o hijos.
Lunes 2 de mayo. Mediodía. Disca El Fisgón. Suena el teléfono en la casa de la diputada Elsa Labegorra. Su número (459054) es el que figura en los organismos oficiales como el indicado para contactar a los responsables del coto de caza "Rucalhué".
En la guía, el número telefónico aparece a nombre de Mariana Lluch (hija de la diputada). Y el domicilio es el de la calle Poetas Puntanos, donde La Elsa levantó su hogar dulce hogar cuando abandonó su modesta residencia en el barrio Río Atuel.
Atiende la empleada doméstica.
-Hola.
-Hola.
-Sí.
-Sí, buen día... ¿ahí puedo hablar con el propietario del campo "Rucalhué"?
-Sí, pero tendría que llamar a eso de las dos y media más o menos. ¿Puede ser señor?
-Sí. ¿Vive ahí él?
-Sí.
-¿Es el dueño del campo?
-Sí.
-Bueno... ¿con quién hablo?
-Con la empleada. Usted llame a las dos y media que lo va a atender la señora.
-¿La señora quién es?
-Bueno... Elsa se llama.
-Gracias.
-Ella le va a saber informar.
-Bueno, le agradezco.
-Adiós señor.
Semanas antes, Elsa Labegorra había dejado en claro que no hablaba con la revista El Fisgón. Aparentemente disgustada con el tratamiento de informaciones relacionadas con el punteraje político, el vínculo con la droga y el delito, prefirió negarse a cualquier requisitoria de esta revista.
Los intentos por dar con Valle en su teléfono celular (15552352) encontraron siempre la misma respuesta:
-Usted se ha comunicado con la casilla de mensajes de: "Te comunicaste con Daniel". Después del tono deje su mensaje.
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