10/13/2006

Cola de paja


La diputada Elsa Labegorra, enterada de que dos periodistas habían tomado vista de su declaración jurada, pretendió que se aplicara censura previa: notificó a El Diario (publicación para la que trabajan los cronistas) que se "abstuviera" de hacer publicaciones que la pudieran afectar. ¿Qué tiene que ocultar?
La carta documento les contó al director periodístico de El Diario (Walter Goñi) y al propietario de El Diario SRL (Antonio Nemesio) que los periodistas Juan Pablo Gavazza y Gustavo Laurnagaray habían tomado vista de la declaración jurada de la ex subsecretaria de Promoción y Asistencia Social.
Acostumbrada al verticalismo del que es beneficiaria y sumisa, la diputada se refirió a los dos trabajadores de prensa como "dependientes de su empresa periodística", aunque tanto Laurnagaray como Gavazza habían hecho la petición por su cuenta.
Elsa Labegorra reclamó, enroscadamente, que El Diario "se abstenga de divulgar agravios articulados en especulaciones calificantes o falaces". Es decir que se puso a favor de la aplicación de la censura previa, pese a que ésta está prohibida no sólo por la Constitución Nacional sino también por todos los tratados internacionales en defensa de los Derechos Humanos.
Los funcionarios y personajes públicos, y los ciudadanos comunes también, tienen el derecho de accionar contra cualquier publicación si es que creen que se los agravió, se los ofendió o se mintió acerca de sus procederes. Pero bajo ningún punto de vista se puede exigir que algo se deje de publicar ante la supuesta posibilidad de que se los llegue a afectar.
Además, Labegorra indica en la carta documento que ella "aceptó" que se tomara vista de las declaraciones juradas, cuando en realidad ese es un derecho que, por ley, asiste a los ciudadanos, y no una dádiva de los funcionarios de turno.
También se hizo la pitonisa, porque dedujo, del sólo hecho de que se tomara vista de su declaración, que existía una "manifiesta intención de dañar". Después enumeró una serie de fechas en las que –dijo– El Diario había hecho publicaciones "injuriantes". Y se quejó, veleidosa, porque no se le daba importancia como noticia a los proyectos que presentaba como legisladora.
En parte, Elsa Lebgorra logró su cometido, porque luego de recibir la carta documento El Diario se tomó unos días para decidir si publicaba o no la información. Y luego de hacerlo archivó el tema, como si no hubiera sido de una gravedad suficiente como para mantenerlo en la agenda. La funcionaria debe haber pensado, con todo derecho, que causó el efecto deseado: miedo.
Sin embargo, en declaraciones al programa radial "La Mañana a Full", Goñi arremetió con enjundia contra la diputada, recordándole todo su prontuario. Aclaró reiteradamente que ni Laurnagaray ni Gavazza habían pedido las declaraciones juradas en nombre de El Diario, sino que lo habían hecho por su cuenta.
También se hizo una pregunta básica, que es la misma que se hace cualquiera: "¿a qué le tiene miedo, de qué se ataja?". Es el interrogante de fondo: ¿por qué Elsa Lluch tiene cola de paja? ¿Qué tiene que ocultar?
La diputada también tuvo espacio en ese programa radial. Y aunque no llegó a explicar del todo las causas de su reacción, por lo menos terminó confesando algunas de las cosas que le molestaban: las "caricaturas agraviantes". Completó: "se me ríen, me cansaron. Hace 20 años que estoy en política, no me gusta una cosa de estas, ¿pero viste cuando ya estás harta y cansada? Bueno... me cansaron. Yo no me enojo porque me pongan linda o fea, sino por lo que dicen abajo..."
Su interpretación de la supuesta campaña en su contra, además, fue la siguiente: "Les duele que siga siendo presidenta del Consejo de Unidades Básicas por lista única; me ponían antes que manejaba la chequera y por eso era la referente de Santa Rosa... Ahora no manejo la chequera (¿?) e igual lo soy. ¿Quién soy yo, si no, para que se la agarren conmigo?".

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